Diario de León

La hora de los desesperados

Los artífices de una investigación criminal sin precedentes protagonizan la fase más extensa de juicio, en la que están citados más de 600 testigos

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Julio Á. Fariñas - madrid
León

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El juicio del 11-M entra hoy en una nueva fase que sin duda va a resultar más clarificadora. Atrás quedan ya las nueve primeras sesiones en las que el estribillo de cada uno de los 29 acusados era esta espeluznante respuesta: «Inocente, señoría». Todos, sin excepción, acabaron con una farisaica condena de la masacre del 11 de marzo, en algunos casos con lágrimas incluidas. Una introducción de lo que será la nueva fase la hizo a última hora del pasado jueves el primer testigo protegido, del que sólo sabemos que su placa de identificación judicial es la 18.403 y que su cargo por aquel entonces era el de inspector jefe de la sección tercera de la Unidad Central de Información Exterior. Este testigo ofreció un dato aparentemente banal: lo primero que hicieron fue bucear en las múltiples pesquisas abiertas a los grupos islamistas o filoislamistas radicados en España. Unas investigaciones que revelaban que este tipo de elementos no sólo proliferaban, sino que estaban cada vez más activos, especialmente después de los atentado del 11-S en los Estados Unidos y de la redada de la operación Dátil dirigida por el juez Garzón en noviembre del año 2001, en la que cayeron Abu Dahdah y su equipo. Cada vez que se producía una de esas redadas estos policías aprovechaban para echarle en privado la llorada a los periodistas que habitualmente cubrían estos temas y transmitirles su desesperación porque los de arriba no les hacían ni caso y la falta de medios humanos y materiales les obliga a abandonar seguimientos de sospechosos -el de El Tune-cino, sin ir más lejos- y a dejar para mejor momento el análisis de las informaciones obtenidas, entre otras razones porque no había traductores de árabe. Por desgracia, el 11-M evidenció que no se quejaban de vicio.

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