Las reformas de los estatutos ponen de manifiesto que el Senado está devaluado

La tramitación de las reformas estatutarias en las Cortes Generales ha puesto de manifiesto, afirman varios senadores consultados, la «devaluación» en la que vive la Cámara Alta, ya que no puede introducir cambio alguno en los textos pactados en el Congreso, ni siquiera corregir errores gramaticales. El letrado de la Comisión General de Comunidades Autónomas del Senado, cuando la ponencia de este órgano parlamentario se reunió hace poco más de una semana para estudiar el nuevo Estatuto balear aprobado en el Congreso, informó a los senadores que el texto contenía errores gramaticales, e incluso errores ortográficos. Sin embargo, explicaron varios senadores presentes, no se pudieron corregir porque cualquier cambio en la redacción significaría una demora de la tramitación y, por tanto, el riesgo de que la ley orgánica no entrara en vigor en las fechas previstas por el Gobierno balear y por el Partido Socialista en las islas. El nuevo Estatuto balear no es el único ejemplo. El de Andalucía también cruzó la parada de la Cámara Alta a toda velocidad para llegar a tiempo al referéndum, que se celebró el pasado 18 de febrero. Como indica el portavoz del PP en la Comisión de Comunidades Autónomas, Manuel Blasco, «los gobiernos regionales quieren aprobar sus estatutos cuanto antes». Sin embargo, el presidente de dicha Comisión, el socialista Juan José Laborda, afirma que el Senado poco puede hacer ante unos textos que proceden del Congreso con el respaldo de los dos grandes partidos, el PSOE y el PP. Pero los senadores se encuentran molestos por lo que consideran una muestra más de la «devaluación» que vive la Cámara Alta. «Somos una Cámara de segunda división», señala Eduardo Cuenca, de IU. Ya en el debate del Estatuto balear se pudo visualizar este malestar puesto que algunos senadores se enzarzaron en discusiones sobre la reforma de la Cámara, que sigue en punto muerto. La reforma, en punto muerto De hecho, denunciaron los senadores consultados, la ponencia creada para estudiar la reforma del Senado -una iniciativa del Gobierno de finales del 2005- no se ha reunido todavía. Pero en los debates estatutarios de la Cámara el senador socialista José Ignacio Pérez Saénz propuso, siempre y cuando el PP dé su respaldo, afrontar una reforma que convierta a la Cámara en órgano de primera lectura de leyes de naturaleza autonómica. Sin embargo, Blasco, para quien los populares sí apuestan por la reforma, acusa al PSOE de no ofrecer ninguna propuesta, de no haber enviado a la Cámara Alta el informe del Consejo de Estado sobre los cambios constitucionales y de haber alterado tanto su visión del modelo de Estado que «la distancia con el PP es ahora mucho mayor» que años atrás. Cuenca, por su parte, critica que socialistas y populares «no hagan más que lanzarse pelotitas» sin que impulsen el proceso. Entretanto, protesta Laborda, los senadores siguen actuando como «diputados de segunda», mientras el Congreso desempeña auténticamente el papel de «Cámara de representación territorial». El senador socialista, precisamente porque el Senado es en la actualidad «una repetición» del Congreso, aboga por empezar la reforma desde la elección de los senadores «en paralelo» a la formación de los Parlamentos regionales. El objetivo de la reforma, aunque borroso, ha motivado no obstante que senadores alemanes y franceses se hayan dejado ver por la Cámara Alta para intercambiar propuestas que permitan mejorar el funcionamiento del Senado. «Esos mismos senadores reconocieron que el Senado español no funciona bien», asegura Blasco. El senador de Entesa Catalana de Progrés Carles Bonet propone algo más: que «el Senado se abstraiga de la política general porque si está muy turbia, como es el caso ahora, su papel se oscurece».