Diario de León

Los científicos llegarán en mula a la Puna,donde trabajarán a 4.000 metros de altitud

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M. Romero - león
León

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La expedición de los científicos que partirá el próximo mes de abril a la región de la Puna, coordinada por el director del Instituto Tecnológico Geominero de León, Nemesio Heredia, requerirá una importante infraestructura de apoyo, que en un lugar tan remoto como el altiplano andino tiene a las mulas como principal medio de transporte. «Son increíblemente curiosas. Van cargadas con un montón de material y nos conducen por la cordillera. Caminan por estrechos caminos por donde podrían despeñarse, pero tienen un equilibrio extraordinario», relata Heredia por la experiencia de otros viajes. En la zona donde se asentarán se encuentra ubicada a una altitud de más de 4.000 metros. Allí se quedarán durante una quincena en el mes de abril y aproximadamente un mes cuando se inicie la primavera austrial -otoño en el hemisferio norte-. «Es un lugar de difícil acceso y donde la adaptación resulta complicada», indica Heredia. Se da la circunstancia de que su último medio de transporte -las grandes distancias las realizarán en avión o medios de locomoción terrestres- son las mulas. Pero no pueden realizar todo el viaje montados sobre los pollinos porque si no su cuerpo no llegaría a adaptarse a la impresionante altitud a la que trabajarán. Motos para un mar helado Ha habido viajes más cómodos. La campaña polar que Heredia llevó a cabo en la península Tabarín en el año 2002 contó con medios muy distintos. La campaña se realizó en fechas muy tempranas para utilizar motos de nieve equipadas con trineos, medios que les dieron una gran autonomía y la posibilidad de cargar numerosas muestras de rocas, además de poder abarcar un áera de estudio muy extensa y donde las áreas de estudio se encuentran muy dispersas. De este modo, aprovecharon el mar helado para utilizar medios de locomoción que de otro modo serían imposible de utilizar el espacio antártico. En esta campaña utilizaron infraestructura tan dispar como aviones Hércules con especificaciones antárticas, perteneciente a la Fuerza Aérea Argentina, o trineos motorizados. Todo con destino a Base Esperanza. Cuando consiguieron llegar a esta zona se asentaron en el Refugio Independencia, que había sido suministrado previamente por el Ejército argentino. El refugio se ubica a unos 20 kilómetros de la citada base y se asienta sobre una cresta que separa los glaciares Mondor y Taylor. Se trata de una especie de contenedor con grupo eléctrico autónomo, lo que les dio la posibilidad de utilizar todos los medios informáticos y de comunicación que les fueron precisos en ese momento. La especial ubicación de este refugio resulta en ocasiones peligrosa, sobre todo cuando soplan los huracanes antárticos. Nemesio Heredia, en el relato de esta expedición que próximamente será publicado en una revista especializada, recuerda que en una ocasión, sorprendidos por el aire, lograron regresar al inmueble «a gatas».

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