Cinco semanas negras para los «peones negros»

La mochila de Vallecas y los suicidios de Leganés no fueron los únicos malos tragos de los autodenominados «peones negros» que hacen de gurkas de los teóricos de la conspiración. Antes se les vino abajo la conexión etarra que se sustentaba en datos tales como estos: El Chino , el jefe del grupo de delincuentes comunes que se encargó de conseguir los explosivos, fue narcotraficante en el País Vasco y le comentó a Trashorras -reza en un informe policial- que conocía a los etarras de la caravana de la muerte. Otro de los pilares de la conexión etarra es el hecho de que el jefe del aparato electrónico de ETA hubiese logrado en el año 2002 diseñar un sistema de detonación de bombas mediante teléfonos móviles, que fue utilizado fallidamente en el cementerio de Zarauz, pero la investigación acreditó que no es el mismo. Si a esto se añade que Yusuf Galán -condenado por la operación Dátil- fue interventor electoral de Herri Batasuna y que un coche utilizado por ETA en un atentado en Santander fue robado en la calle donde vivía Trashorras, sólo faltó que apareciese una txapela o una ikurriña entre los escombros de Leganés.