El poblado astur-romano está en el campo de tiro del Teleno y espera ser BIC desde 1981
La Corona de Quintanilla debe excavarse más
Domergue pide que se amplíen los trabajos arqueológicos que él inició en los años 70 Cereales, bellotas
Claude Domergue, el arqueólogo que excavó en los años 70 el poblado astur-romano de la Corona de Quintanilla, que roza los dos mil años y estuvo relacionado con la explotación del oro en el Teleno, defiende que debería ampliarse en la actualidad, al igual que la del asentamiento cercano de Huerña, por su «patente interés». Domergue, profesor emérito de Arqueología de la de la Universidad de Toulouse-Le Mirail, investigaba en aquellos años la minería del oro en el noroeste de la península Ibérica y en León excavó, en colaboración con la Diputación, además de la Corona de Quintanilla (1971-73), el asentamiento, también indígena, de Huerña, entre 1972 y 1973. Igualmente, realizó prospecciones en la misma época en las coronas de Filiel, Boisán y Luyego I y II y exploró el poblado de Las Rubias, donde pese a la elevada altitud encontró unas termas de época romana. La Corona de Quintanilla espera ser declarada Bien de Interés Cultural desde 1981, pero su ubicación dentro del campo de tiro del Ministerio de Defensa en el Teleno mantiene paralizado el expediente abierto entonces por el Ministerio de Cultura. El poblado, datado entre los años 15-20 d. C., espera aún el reconocimiento que ahora tiene que conceder la Junta de Castilla y León. (En igual situación, fuera del campo de tiro, está el castro de Corporales, en La Cabrera) Domergue afirma su «deseo que, en León, se den a todas aquellas estructuras relacionadas con la explotacion antigua del oro el respeto y la protección que se merecen». En su opinión, los restos de la minería del oro romana en el Teleno «pertenecen a un patrimonio que es común a todos y que todos deben respetar». El profesor no desea «polémicas que perjudiquen» a los restos. Lo cierto es que sus valoraciones difieren mucho del informe hecho para el Ministerio de Defensa por el físico y director de la Ciudad de las Ciencias de Valencia, Manuel Toharia, que los restos arqueológicos de el Teleno «presentan una importancia muy relativa y una relevancia muy escasa». El prestigioso arqueólogo francés avala como novedosas y valiosas las últimas investigaciones realizadas por el ingeniero y profesor de la Universidad de León, Roberto Matías. Según el estudio de ingeniería sobre la minería romana del oro en el Teleno se calcula que las 75 minas a cielo abierto explotadas por el Imperio Romano para extraer el metal precioso ocupan una superficie de 38 kilómetros cuadrados, sobre un total de 400 kilómetros cuadrados que ocupa la sierra. Si las investigaciones de Domergue y sus seguidores (Sánchez Palencia y Fernández Posse) demostraron los importantes cambios que la industrialización de la explotación aurífera produjo en las «formas de vida y costumbres» de una sociedad agroganadera, la de los astures indígenas, que se ve obligada a especializarse en los trabajos mineros, con los primeros estudios de Roberto Matías se ha documentado una red de 135 kilómetros de canalizaciones (entre los 1.400 y los 2.188 metros de altitud) para conducir el agua necesaria para la explotación hidráulica del oro. La explotación de los yacimientos de oro primarios en El Teleno supuso la industrialización de una actividad que los antiguos pobladores de la zona, los astures, realizaban de manera artesanal, mediante bateo de aluviones auríferos depositados en los lechos de ríos y arroyos. Según Estrabón, las mujeres excavaban con un sacho o azada la tierra que arrastraban los ríos y la lavaban en tamices trenzadas sobre cuencos para obtener el oro. Una actividad tan artesanal no debaja huellas, al contrario que los romanos.