Diario de León

| Entrevista | Natividad Cordero |

«Mi padre vistió a Clark Gable y a Jorge Negrete»

«Por casa andan todavía rodando fotografías cubanas de cuando iban los artistas de Hollywood a que un sastre de Astorga les hiciera los trajes»

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A. Núñez - león
León

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Dice que le dicen que tiene a sus cincuenta y pocos años una historia tan movida como el bolero «La Lola», de los Café Quijano. Su padre, Heriberto Cordero de la Cruz, el mayor de ocho hermanos nacidos en el Val de San Lorenzo, emigró a Cuba a los trece años para trabajar en la mercería de un tío. Allí prosperó de sastre y llegó a vestir a personajes famosos, como los primeros actores americanos de la época, Clark Gable, Jorge Negrete y Cantinflas, entre otros. También era amigo y vecino de Ramón Areces, el fundador de El Corte Inglés, que le invitó a participar en una empresa conjunta en Estados Unidos antes de que llegara Fidel Castro, «pero no se pusieron de acuerdo». -¿Cómo lo recuerda? -Yo era muy pequeña. Mi hermano mayor nació en Cuba y a mi me bautizaron en La Habana, así que todavía me acuerdo de que pasaba medio año en la Maragatería, cuando prospero mi padre, y la otra mitad en Cuba, a donde íbamos en barco y tardábamos semanas enteras. La sastrería de mi padre estaba al lado de un negocio de Ramón Areces que se llamaba «El Encanto». Por allí pasó gente muy famosa y, a parte de Clarc Gable, Jorge Negrete o Cantinflas, por citar algunos, aparecen en los álbunes de fotos caras que nos suenan a la familia de pelicúlas del oeste, aunque a lo mejor no eran tan famosos. Pensamos restaurarlas e identificarlas. -Su familia fue pionera en el textil de la Maragatería... -Mi padre empezó a construír en 1948 Limasa (Lanera Industrial Maragata), que empezó a funcionar en 1952 con más de cincuenta empleados que hacían hasta tres turnos, especialmente cuando había contratos de mantas con el ejército. Funcionó durante décadas con gente de la Maragatería y decayó con los primeros productos sintéticos de abrigo, que eran más baratos y apenas pesaban. La fábrica cerró a primeros de los noventa. -¿Cuál es el futuro de la industria textil maragata? -Con el corazón me encantaría que sobreviviera la última artesanía, pero pensando con la cabeza, es muy dificil recuperar los viejos tiempos. No hace mucho, por ejemplo, se intentó crear una cooperativa, pero no resultó. Por otra parte, tampoco ha sido la primera vez. Donde ahora está el museo textil estaba hace ya muchos años otra especie de cooperativa que se llamaba «La Comunal», un nombre que lo dice todo. ¿Los orígenes de la tradición textil en esta zona? Aparte de la ganadería ovina en la provincia y en estos pueblos, decía mi padre que el comienzo debió de tener también algo que ver con la arriería y el transporte de cualquier cosa que se pudiera vender fuera. -¿Qué se necesita para «fijar» los últimos talleres y la gente del Val? -Lo primero es intentarlo y se está haciendo ya un estudio de reindustrialización, pero hay que contar también con que las familias no se encierren en sí mismas. ¿Cuánto costaría relanzar la actividad en ayudas, subvenciones y dinero? Eso nadie lo sabe y se han hecho un montón de cursos y programas para interesar a los jóvenes, pero no hay manera, salvo unas pocas excepciones.

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