Diario de León
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El PSC vive momentos de calma, pero no tanto porque no existan voces críticas como porque el poderoso aparato socialista controla la cúpula y los mecanismos internos del partido. El primer secretario, José Montilla, se ha rodeado de dirigentes fieles y ha prescindido de los maragalistas que podrían plantearle problemas. En el PSC coexisten desde su fundación varias corrientes y durante años la sensibilidad más catalanista gozó de prestigio y tuvo poder real en el partido. Las cosas empezaron a cambiar cuando Raimon Obiols fue derrotado por el aparato, en el Congreso de Sitges. Poco a poco, los sectores menos nacionalistas fueron ganando terreno. Pasqual Maragall mantuvo un cierto equilibrio entre las dos almas hasta que a finales del año pasado tuvo que convocar elecciones autonómicas anticipadas y abandonar la actividad política de primera fila. La elección de José Montilla al frente de la Presidencia de la Generalitat significó el golpe de gracia para los nacionalistas del PSC. Identificar PSC con PSOE Montilla se forjó en el partido como secretario de Organización y alcalde de Cornellà de Llobregat, una populosa ciudad de la comarca barcelonesa del Baix Llobregat. Esta comarca es uno de los principales feudos electorales del PSC. En esta zona y en otras comarcas cercanas, como el barcelonés y el Vallès Occidental, se encuentran el mayor número de votantes que identifican al PSC con el PSOE. Muchos de los miembros de la actual Ejecutiva y del Consejo Nacional del PSC proceden de estas zonas de la Cataluña más obrera e industrial. La mayoría son personas del aparato y de la máxima confianza de Montilla y del secretario de Organización, José Zaragoza. El sector catalanista ha quedado en franca minoría tanto en los órganos dirigentes del partido como en las instituciones. Los consejeros de Economía y Finanzas y Obras Públicas y Política Territorial de la Generalitat Antoni Castells y Joaquim Nadal, son sus principales representantes.

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