«Un tercio de la producción se exporta a Francia y otro tanto fuera de la provincia»
A pesar del incremento que las nuevas modas sobre ecología están impulsando en la demanda de abonos naturales, como el humus de lombriz, su uso sigue siendo escaso todavía en la agricultura convencional, porque los precios son también más elevados que los de fertilizantes químicos. En la actualidad un tercio de la producción leonesa se exporta a Francia, otro tanto a diferentes regiones españolas y sólo el resto se consume dentro de las fronteras provinciales. En canales de comercialización, las mayores ventas al por mayor son a empresas reforestadoras, de jardinería, grandes superficies comerciales para su reventa a pequeños clientes y, en último lugar, la agricultura propiamente dicha. Las empresas productoras de este tipo de compost aseguran con optimismo que «estamos dando el estirón, por fin, con la agricultura ecológica», después de décadas de sobrevivir como se podía y a base de una clientela muy minoritaria. Compitiendo en calidad y no en precios la clientela habitual hasta ahora no pasaba de la pequeña jardinería, salvo los viveros, aunque se supone que las cosas pueden cambiar». El precio medio de la tonelada de humus de lombriz a pie de fábrica es de aproximadamente siete euros por saco de veintinco kilos, lo que supone casi 50 de las desaparecidas pesetas por kilo. Pasados los correspondientes intermediarios comerciales, sin embargo, el precio final al pequeño consumidor se multiplica fácilmente hasta por cinco. Según Álvaro Mendaña, el problema para intruducir el producto en la agricultura convencional es, precios aparte, la propia mentalidad de los campesinos, casi todos reacios a barajar novedades en los explotaciones, y las características de estas últimas, practicamente todas compaginadas con la ganadería. «Por una parte hay que convencer a la gente que este tipo de abonos va a compensarles a la larga evitándoles el empobrecimiento de la tiera en minerales que no dan los fertilizantes químicos. En eso se tardará como cuando se les ofrecían nuevos sistemas para ahorrar agua y mejorar los regadíos por aspersión. Y, por otra, cuando hablamos de abonos orgánicos, hay que tener en cuenta que el ganadero tiene ya a mano en la cuadra el más directo y fácil, que es el estiércol. Tampoco ha nada más más barato para él y en eso tiene razón, porque le sale gratis, aunque en calidad no tenga nada que ver con lo que podamos venderle nosotros». Por si acaso y de cara a un futuro más selectivo en calidades que en precios los lombricultores apuestan por un negocio que, con una nave y pocas hectáreas de suelo, no tiene más que esperar a que crezca la clientela. Cada una con su marca.