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Para invernaderos, según los sindicatos agrarios

«El futuro no está en la agricultura de muchas hectáreas, sino, tal vez, en los invernaderos, jardines y pequeñas huertas familiares»

El abono de la vernicultura es todavía muy caro y elitista para los sindicatos agrarios

Publicado por
A. Núñez - león
León

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Los sindicatos agrarios leoneses, acostumbrados a manejar cifras de rentabilidad para explotaciones de más de una veintena de hectáreas en regadío y no menos del triple en secano, no acaban de creer en el cultivo de lombrices como fertilizante. Ni comprando el abono a terceros ni criándolas y manteniéndolas ellos mismos en suelos a los que tendrían que dedicar aún más trabajo que a las propias plantas, aunque se reconoce que «la calidad es inmejorable». Según el presidente provincial de Asaja, José Antonio Turrado, «el porcentaje de utilización del compost de lombriz en la agricultura profesional es ínfimo porque también es muy caro y tampoco creo que tenga mucho futuro, salvo para invernaderos o jardinería, donde los costes no importan o cuentan menos. Desde luego para lo que no valen es para el maíz o el trigo». En cuanto a la llamada agricultura ecológica el mismo portavoz sindical dice ser respetuoso, «aunque no creo que llegue a las 500 hectáreas en la provincia con pequeñas huertas y poco más». Según él, el futuro de la economía agraria no pasa precisamente por este tipo de explotaciones, que seguirán teniendo una cuota marginal de mercado frente a fincas cada vez más extensas, mecanizadas y con un tratamiento de costes anuales y cosecha puro y duro, incluso con las subvenciones de la Unión Europea. Para Turrado «habría que buscarles una utilidad o valor añadido a esta clase de compostajes, pero no va a ser en la agricultura convencional de aquí, porque sería una tontería intentarlo: aparte de los abonos minerales fáciles de usar y que se venden más baratos, si un agricultor quiere usar otros de origen orgánico le basta con tirar de la cuadra que tiene al lado y no necesita que se los transforme nadie, sino que los tira al campo y se acabó». Las empresas de lombricultura, mientras tanto, prosperan con los sembrados urbanos o semiurbanos que crecen alrededor de las ciudades y los chalés, donde también les ha salido un nuevo cliente que no pregunta el precio: los campos de golf.