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| Crónica | Nueva transhumancia |

Los jóvenes conjugan el verbo marchar de León

La manifestación incidió en la protesta de los ciudadanos por las condiciones del mercado laboral y el horizonte de expectativas de la región leonesa, al tiempo que preguntó por los partidos mayoritarios

Las banderas fueron traje para manifestantes de todas las edades

Publicado por
L. Urdiales / A. Caballero - león
León

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Aurelio estuvo en las manifestaciones de los años 80. «Aquella en la que nos juntamos casi 100.000 leoneses», recuerda. Ayer volvió con su hijo, que ahora vive en Barcelona, donde el día 23 de abril tampoco es laborable. «No he cambiado de ideas, pero en casa me sobra una habitación más», sonríe, mientras su vástago -mirada firme y frente ancha- agarra con las dos manos el palo de la fregona en la que ondea un león rampante, sobre campo carmesí, que se confunde con el flamear de las enseñas que hacen del centro de la capital, en un mediodía de abril, una campera de amapolas. Padre e hijo se divierten con las cuartillas que llevan entre bailes un grupo de jóvenes. «Estudiando una carrera, trabajas en León a la primera: INOCENTE», refleja la parte delantera de la hoja, en la que el anverso, donde el verbo se hace leonés, completa el mensaje: «Marchamos fuera a trabajar porque nos gusta viajar». «Exiliados en Madrid», les secunda una pancarta detrás de la que hay más manos que espacio y todos gritan consignas que riman, que se han dicho desde hace años, mientras algunos recuerdan que «Riaño vive, la lucha sigue», y en la cabecera de la manifestación se impone la proclama de que «ni fiesta, ni estatuto, autonomía», porque «el Reino de León es una región histórica y constitucional». Hay funcionarios que descansan, adolescentes pintureras, alternativos de vestimenta, mirones mandados, médicos de rodillas que no doblan, hombres con boina -«no paletos», como aclaró Vela Zanetti-, estudiantes del MIR, repartidores de pizzas, teleoperadoras con deje de centralita, matrimonios con carricoches ... Y diez niños, por debajo del metro cincuenta, que agarran con la punta de los dedos una bandera de León desplegada. No son excepción, son casi norma: «Hay una media de edad como en otras protestas que acaban aquí», bromea un corrillo cuando ve entrar la fila que encuentra hueco en la plaza de la Inmaculada y pregunta por las ausencias: «¿Dónde están? No se ven el PSOE ni el PP». Por si acaso, la dirección de la UPL va tras una pancarta de Conceyu Xoven. En el manifiesto, alguien sueña con que «nos conocerán por nuestro nombre y volverán los que se marcharon». A la espalda del escenario, Rosi, ahora en una lista del alfoz leonés, se acuerda de la penúltima década del pasado siglo. Sus hijos no se han marchado, corren junto a su padre, entre el resto de la gente. En el colegio no les enseñan el mapa que lleva colgado uno con cabeza de león: «Políticos al cole», recomienda el mensaje que encuadra una piel de toro en la que se habla de «Castilla La Vieja», por un lado, y «León», por el otro, con fecha de 1976. «A los políticos les han puesto una cencerra al cuello, pero, aunque también éste es pueblo de pastores, aquí nadie quiere ser transhumante a la manera moderna: once meses en Madrid, Barcelona, Bilbao e, incluso, Valladolid, y uno de vacaciones en el pueblo», explica un treintañero en el entorno de la subdelegación de Gobierno, cerca de un adolescente que se ha colgado del cuello un folio que reza: «Socialistas por la autonomía leonesa»; no muy lejos de una pandilla que anuncia que se va de cañas porque «mañana es fiesta, que los leoneses somos tan cultos que no trabajamos el Día del Libro». La aspirante a concejal busca a su familia entre el gentío. Todavía no le sobra ninguna habitación en casa. «Estudiando una carrera, trabajas en León a la primera: inocente. Marchamos fuera a trabajar porque nos gusta viajar» «Ni fiesta, ni Estatuto de Castiga-León; autonomía» «El País Leonés es una región histórica y constitucional» «Zamora is not Castilla» «La bandera cuarteada, fuera de León»