Otros dos muertos en un cayuco que llegó a las costas del sur de Tenerife con 69 subsaharianos

Una nueva tragedia han vivido los 67 inmigrantes que anoche arribaron al puerto de Los Cristianos, en el sur de Tenerife, tras diez días de navegación y en el que se han dejado la vida al menos dos personas, aunque parece que otras dos murieron durante la travesía y sus cuerpos fueron arrojados al mar. La embarcación llegó al puerto con un inmigrante fallecido y otro expiró poco después, a pesar de los esfuerzos realizados por los servicios de emergencia. Entre los 67 inmigrantes parece que podría haber dos menores de edad. La embarcación llegó a la playa de Archile y allí mismo comenzaron las labores de identificación que permitieron concluir que todos son subsaharianos. Algunos presentaban problemas de hipotermina y deshidratación, pero en poco tiempo se recuperaron. El cayuco tiene unos diecisiete metros de eslora, 2,5 metros de ancho y 1,5 de alto, y en su interior se han contabilizado hasta 11 bidones de combustible, todos vacíos. La embarcación llegó hasta la playa por sus propios medios y sin que fuera detectado por ningún radar. Los cuerpos de los dos inmigrantes fallecidos fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense, mientras que los 67 restantes ingresaron en la Comisaría de la Policía Nacional en Playa de las Américas para ser fichados. Inversiones Los sindicatos UGT y CC.OO. expresaron hoy su pesar por la muerte de otros dos inmigrantes, en esta ocasión a su llegada a la playa de Archile, en Tenerife. El desigual crecimiento económico y una brecha cada vez mayor entre países ricos y los «irónicamente llamados países en vías de desarrollo no hacen sino fomentar el sufrimiento de sus habitantes», manifiestan en un comunicado conjunto. Los sindicatos advierten de que, además de las muertes que se producen en las costas canarias, están las que suceden en alta mar y en las orillas africanas. Exigen una política de actuación e inversiones en los países de origen de la inmigración, así como planes de desarrollo y cooperación, además de contrataciones para contingentes estables y de temporada. Una política, prosigue, que en definitiva evite que muchas personas tengan que apostar su vida para alcanzar un futuro más digno.