La tercera vía para aflojar la soga que estrangula las cuentas de ETA
Después de tres décadas sin presentarse oficialmente a unas elecciones -las primeras de la etapa democrática, en 1977-, Acción Nacionalista Vasca (ANV) ha resucitado con energías suficientes como para aglutinar a los aproximadamente 200.000 votantes que se le suponen a la izquierda aberzale. Una cifra extraordinaria para una formación que la última vez que lo intentó, en el 2003, sólo pudo designar representantes en las juntas electorales, pero no presentar candidaturas.Este partido, fundado en 1930 como una escisión laica y progresista del PNV, se integró en 1978 en el conglomerado de Herri Batasuna. Allí se enfrentó a otros grupos de la coalición, pero siempre manteniendo un punto en común: el apoyo a los atentados y asesinatos de ETA. Los integrantes En las listas municipales de ANV en Vizcaya figuran ex concejales y candidatos de HB, Euskal Herritarrok, Batasuna y las plataformas anuladas en el 2003; lo mismo en las de Guipúzcoa, donde aparece el abogado de presos de ETA Aitor Ibero: otro letrado, el ilustre Txema Matanzas, es el candidato número 12 al Ayuntamiento de Vitoria. Por si fuera poco, en el domicilio de Gorka Murillo, detenido la semana pasada en Navarra por su relación con el último comando Donosti de ETA, había información sobre la elaboración de las listas de ANV.Todo este bagaje, sin embargo, no ha sido suficiente para que el juez Baltasar Garzón -el mismo que desató la ilegalización de Batasuna- suspenda las actividades de ANV, como ocurrió con otros sucedáneos aberzales. Los radicales han vuelto a esquivar los instrumentos legales para cortar la más importante fuente de financiación de ETA: las instituciones. Con el PCTV consiguieron entrar en el Parlamento y con ANV lo harán en decenas de ayuntamientos. La salomónica decisión de anular la mitad de las listas no impedirá que el dinero vuelva a fluir.