Diario de León

Los vecinos, divididos entre quienes culpan a los alborotadores o a las fuerzas del orden

Una nueva batalla campal en el barrio de Malasaña provoca 65 heridos

«Estaban organizados para una encerrona a la policía», dice uno de los testigos Nadie asume la respon

Dos motos quemadas tras los incidentes registrados en Madrid

Dos motos quemadas tras los incidentes registrados en Madrid

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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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«No voy a defender a estos salvajes, pero la policía vino aquí a provocar». La postura de Marcelo, expresada junto a los restos de la batalla campal que incendió el barrio de Malasaña el 2 de mayo por segunda noche consecutiva, es de las más moderadas en el barrio. La zona se divide entre quienes culpan a los alborotadores de los incidentes, que se saldaron con 65 heridos, y quienes opinan que la violencia policial sobrepasó todos los límites. A las 12 de la mañana el día está gris y tranquilo en Malasaña. Sólo las lunas rotas de algún escaparate, el material calcinado en el asfalto y los restos de basura dan idea de la violencia que se ha vivido aquí hace apenas unas horas. «Los chavales estaban junto a la plaza, bebiendo tranquilos y sin meterse con nadie. Y los policías les han retado hasta que se ha liado». Begoña, 52 años, es una de las vecinas que lleva con resignación la masiva y continua presencia de adolescentes bebiendo junto a su casa. Cree que la reyerta fue provocada por el Ayuntamiento para ganar votos por la cercanía de la campaña electoral. Mauro, dueño de uno de los cientos de bares del barrio, opina igual. «Si se prohíben las fiestas y nos obligan a cerrar los bares tan pronto, ¿qué quieren que hagan los jóvenes? Pues beber en la calle, no les queda otra», dice. Mauro asegura que vio a policías ensañándose con algunos de los jóvenes más rebeldes. Golpearles sin piedad estando ya reducidos. «Yo vi cómo machacaban a una pareja que no tenía nada que ver con lo ocurrido», corrobora Maribel, de 23 años. «Ya era hora» Pero hay otras versiones. «Ya era hora de que alguien hiciera algo», dice Emilio, veterano del barrio que asegura que muchas mañanas tiene que sortear vomitados, orines y «cosas peores» para ir a comprar el periódico. «Los que hay aquí cada día son borrachos, pero ayer había agitadores venidos de otros barrios», explica. «Estaban organizados para preparar una encerrona a la policía. Claro que hubo golpes -dice-, ¿pero qué iban a hacer?, ¿dejar que les tiren botellas?» En Malasaña no durmió casi nadie el 2 de mayo. Pero casi nadie lo habrá hecho tampoco hoy. Muchos vecinos estaban aterrorizados pensando en lo que podría pasar la noche siguiente. Como en la víspera, a unos les daban miedo los jóvenes del botellón. A otros, la violencia de la policía. Hasta las cajas de Coca-Cola sirvieron de improvisados escudos frente a lanzamientos de piedras y botellas. Eran aproximadamente las 2.30 horas cuando grupos de entre el millar de jóvenes congregados entre las calles de San Andrés y La Palma, comenzaron a insultar y a arrojar botellas policías municipales que les impedían el paso a la Plaza del 2 de Mayo donde intentaba celebrar las fiestas con un botellón. Instantes después, los agentes municipales respondieron a la provocación con una carga, a la que se sumaron numerosas unidades antidisturbios. «Esos jóvenes no nos representan» decía un chico a varios agentes que custodiaban la Plaza del 2 de Mayo y eran testigos, al igual que transeúntes y vecinos asomados a ventanas y balcones, de carreras, gritos, disparos de pelotas de goma y gases lacrimógenos, cristales rotos contra el pavimento y sirenas de los furgones y coches policiales. Durante más de dos horas las situación caótica parecía ir in crescendo : Numerosas papeleras fueron arrancadas y quemadas, contenedores de obra incendiados y usados domo barricadas, cabinas de teléfono derribadas, y, ladrillos y adoquines de las obras adyacentes arrojados sobre los policías.

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