Diario de León

Un islamista?culpa?del 11-M,que se gestó enValencia, a?los suicidasde Leganés

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J. á. f. | madrid
León

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Kamal Ahbar, un islamista detenido el pasado 3 de enero en la operación Sello II por colaborar en la huida del suicid a Afalah y del procesado Youssef Belhadj, declaró ayer como testigo en el juicio del 11-M, a propuesta de la defensa de Rafa Zouhier, a quien dejó muy mal parado. El testigo sorprendió a la sala -fundamentalmente al abogado que lo trajo a juicio- con una nueva versión sobre los atentados del 11 de marzo que básicamente se resume en que las bombas fueron colocadas en los trenes por los siete islamistas que se suicidaron en Leganés, por Mohamed Afalah y Daoud Ouhnane, dos huidos que murieron en Irak, y por una décima persona desconocida y que él llamó El Harrachi, aclarando que «no ha habido fotos de él porque no estaba fichado». El testigo puso especial cuidado en exculpar a los acusados que se sientan en el banquillo: Jamal Zougam, Basel Ghalyoun y Mohamed Larbi ben Sellam, y dejó en muy mal lugar a Rafa Zouhier y a los asturianos. Pollos asados También involucró en los atentados a Cartagena, el imán de la mezquita de Villaverde que era confidente policial y que declaró ante el tribunal en marzo, y a Safwan Sabah, amigo del suicida Allekema Lamari y que también declaró la pasada semana ante el tribunal. Sabah es un argelino asentado en Valencia, donde regenta una tienda de pollos asados, fue detenido en el 2004 y puesto en libertad a los pocos días. Según Kamal Ahbar, los atentados se planificaron en Valencia, alegando que seguían instrucciones de los islamistas de Irak, extremo que el aclaró que era falso. «Y lo sé porque tengo buenos contactos en Irak», dijo. El testigo explicó al tribunal cómo contactaron el Chino, con Toro y Zouhier para obtener explosivos: «Le preguntaron para qué los quería, y el Chino dijo que para perpetrar atracos». Ahbar relató que el Chino compró dos fusiles Kalashnikov y dos pistolas a través de un guardia civil. Con estas armas robaron 200 kilos de hachís y 250.000 euros a una mafia de los antiguos países del Este.

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