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Un tímido implacable, antítesis del juez estrella

Torres (izquierda) a la salida de los juzgados de Marbella

Publicado por
Enrique Clemente - redacción | madrid
León

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Parco, reservado, tímido, casi inescrutable y educado en el trato personal; frío, duro y minucioso en los interrogatorios. Valiente, muy trabajador, templado, impermeable a las presiones, muy preparado y con aspecto de ser el primero de la clase, lo que corroboran las matrículas y sobresalientes que jalonan su expediente universitario. Así es Miguel Ángel Torres, el juez instructor que ha destapado la mayor trama de blanqueo de dinero de Europa (operación Ballena Blanca) y el gigantesco escándalo de corrupción urbanística de Marbella (operación Malaya). Pero no hay duda de que será recordado como el que envió a Isabel Pantoja al calabozo, y a la cárcel a su novio. Antítesis de los jueces estrella tipo Baltasar Garzón, detesta los focos y las entrevistas, no contesta nunca el teléfono de su juzgado y no habla con los periodistas. Pero este granadino de 36 años, que sacó las oposiciones a juez con 28, se ha convertido en una pesadilla para los poderosos y los delincuentes de guante blanco. Torres llegó a Marbella en el 2003, después de haber ejercido en la localidad granadina de Santa Fe, donde conoció a su esposa, funcionaria judicial. Al poco de su llegada comenzó a levantar alfombras. Noches en vela El Juzgado número 5 de Marbella se ha convertido en su segunda casa, donde son habituales sus largas noches en vela de interrogatorios y sus maratonianas jornadas de trabajo de 15 horas, que sólo interrumpe para tomar un sándwich frío o una hamburguesa en su despacho. Es tímido, pero no apocado. En el año 1998, durante su etapa en prácticas en la Escuela Judicial de Barcelona lideró una protesta contra el sistema de formación de los jueces, lo que le valió repetir curso. La única crítica que se le ha hecho es que mete mucho la pluma en sus resoluciones, aunque sus autos se consideran sólidos y ajustados a derecho.