Rodríguez Ibarra se va invicto en las urnas y derrotado en Ferraz

Hablar de elecciones en Extremadura es hablar de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Incluso cuando, por primera vez en en 24 años, no se presenta como candidato. Los extremeños no conocen otro presidente que Ibarra, que ya lo era cuando muchos de los que acudan a votar el día 27 no habían nacido. Semejante biografía da idea de la influencia que para bien o para mal tiene el actual presidente en todo lo que ocurre, ha ocurrido y probablemente en lo que ocurrirá en Extremadura. El sólo hecho de que no opte a la reelección ya confiere un carácter extraordinario a estas elecciones. Pero a esa novedad se une la incertidumbre sobre si, más allá de los personalismos, el PSOE puede perder o no este tradicional granero de votos. Los socialistas son conscientes de que el personaje es irrepetible y por ello han designado a un candidato con un perfil más cercano al «talante» de Rodríguez Zapatero que al caudillismo de Ibarra. Guillermo Fernández Vara afronta la difícil misión de mantener la mayoría absoluta. Si no lo consigue, su futuro político puede haber acabado a la primera. Pero, aún ganando, no tendrá ni el poder ni la influencia que el bellotari Ibarra se labró a base de decir las verdades del barquero. En el PP, sin embargo, se había asumido que sólo la biología o el hartazgo de Ibarra podrían darle opciones de ganar en Extremadura. Ambas cosas -enfermedad y enfrentamiento con Zapatero son las causas de la retirada- han tenido que suceder para que el popular Carlos Floriano tenga posibilidades de ser presidente.