José Bono, un político irrepetible que no tardará en volver
El socialista Leopoldo Barreda juega con ventaja. Al igual que su oponente popular, María Dolores de Cospedal, se presenta por primera vez a las elecciones, pero lleva dos años como presidente de Castilla-La Mancha gracias a que José Bono le cedió el puesto para intentar su, por ahora, fracasada aventura madrileña. Con ventajas o sin ellas, no lo tiene fácil. Si el reto de Fernández Vara de superar a Ibarra es complicado, el de sustituir a Bono se antoja imposible. El ex ministro de Defensa fue el presidente autonómico más votado de España. En las últimas elecciones obtuvo un 58,61% de los votos, lo que le dio su sexta victoria electoral desde 1983. Los sondeos dicen que Barreda ganará pero no rozará los porcentajes de su predecesor. El PP lo ha intentado todo en Castilla-La Mancha, pero no ha podido nunca con la mezcla de populismo y trabajo a destajo de Bono. El último intento fue el de presentar a Adolfo Suárez, hijo del ex presidente del Gobierno, que se saldó con un sonoro fracaso y la posterior espantada del candidato. Bono, con escaso tacto, dijo que el PP le soltaba «el sexto toro» y éste se quedó en los corrales. La herencia que deja Bono es la de un político que se enfrentó con el Gobierno central fuera del partido que fuera para defender los intereses de su tierra. Y también la de alguien que no dudo en desmarcarse de su partido para mimar al electorado de la derecha, incluidos los obispos de la Iglesia. Bono salió escaldado del Gobierno, pero sigue vivo en política. Un alto dirigente socialista asegura en privado que sí, que a partir del 2008 será presidente del Congreso.