Tribuna política | Desde el Rubicón
No es un domingo cualquiera
Hoy es director general, mañana quiere ser consejero de Agricultura, porque tiene claro que no va a dejar pasar la oportunidad y la marcha de Valín le deja el camino expedito
A menos de diez días para el domingo 27 de mayo los partidos engrasan su maquinaria electoral para adentrarse en las últimas ocho jornadas de campaña, con la mente puesta en las urnas y la vista en las encuestas, que aunque a todos se les llena la boca con decir que lo único que les importa es lo que suceda el 27-M, todos sin excepción esperan oir buenos resultados, aunque sean sólo sondeos. Pero, ojo a las encuestas que el número de indecisos es elevado y todavía queda mucha tela que cortar. Por ejemplo, ¿será verdad que definitivamente De Francisco no lográ ni un sólo concejal? Habrá que esperar, porque la procesión todavía está en marcha y el último cura aún no ha pasado. Eso sí, alguno no es que ya no espere al último cura es que ya se ha metido en medio de la procesión, le ha quitado la cruz al monaguillo y ha dicho: esto para mí. Y que conste que esta procesión no es un domingo cualquiera, ésta viene de Burgos, más concretamente de una dirección general. ¿Pero qué se procesiona? Ni más ni menos que la Consejería de Agricultura, que José Valín deja vacante -tanta paz lleve como descanso deja, que diría alguno-, que este burgalés quiere para así. Curioso esto de la Agricultura de la Junta: León es la provincia con mayor número de agricultores y ganaderos pero ni va a tener consejero, porque el PP no tiene intención de dársela a un leonés, ni tiene un sólo director general de Agricultura que llevarse a la boca. Ante esta situación son muchos los sectores agropecuarios leoneses que se han puesto en alerta ante la posibilidad, real muy real, de que la consejería se la lleve alguien que se ha hecho muy amigo del mastín leonés o de la raza equina que se promociona desde las montañas de Babia. Dos ejemplos de las trabas con las que, sin tener todavía mando en plaza, ha hecho sudar a los agricultores leoneses, que están dando palmas con las orejas al saber que el campo puede volverse azul como el mar.