LEÓN | Reportaje | En el confín electoral |
Con los votos contados
La campaña presenta en los pueblos más pequeños de la provincia un contrapunto a las propuestas y los medios que ofrece el operativo en las grandes urbes
Dos carteles electorales delatan que los vecinos saben de la campaña electoral; una formación pide el voto, la otra cita a un mitin en la capital de la comarca A falta de otros medios, los candidatos eligen el puerta a puerta para explicar el programa; en la mayoría de las casas no hay quien conteste Al habitante de Orones le cuesta definir por dónde empieza a contar las necesidades de la localidad; un pueblo superviviente, salvado por la altitud de las aguas del pantano y ahora, lastrado por la escasez de servicios, alejado del núcleo municipal. En Orones se aprecia la campaña electoral por dos carteles que invitan al voto y a un mitin sujetos con cinta americana a un portón de una casa cerrada. Y, ayer domingo, porque la agenda de la candidatura socialista al Ayuntamiento de Boñar, tiene por destino el pueblo más alejado del municipio. La caravana se limita a un vehículo particular, con el candidato a alcalde de la formación y el número dos de la lista electoral. «Así recorremos todos los pueblos del municipio, una veintena», relatan Roberto Álvarez e Ignacio Fuertes, que advierten al poner pie en el lugar de destino la primera carencia de la localidad. «Aquí no hay alumbrado público». Orones tiene una relación peculiar con la luz eléctrica. Dispone de un tendido adecuado gracias al programa del Pier, fomentado por la Diputación de León. «Mire, eso es lo más próximo a un sistema de alumbrado público». Manuel Noriega señala un portalámparas y una bombilla bajo el alero del tejado de la vivienda que habita con su familia a mitad del pueblo. Por supuesto, el gasto corre de su cuenta. La comitiva electoral se aproxima a la media docena de personas cuando se acomete otro servicio en precario para los habitantes del pueblo: no hay red de saneamiento. «Es decir, que cada vivienda debe contar con una fosa séptica. Y cada cual, ingeniárselas para enganchar agua corriente, casi imposible en verano», denuncian los vecinos, que acentúan ante los aspirantes a concejales después del 27 de mayo el carácter elemental de sus reivindicaciones: «Es que no pedimos más que servicio mínimos». La calle -la única que surca Orones, valle arriba- se divide en tres tramos: uno de piso de hormigón, otro escarbado a capricho de un torrente de agua y la intransitable. «Podemos entender que es hasta difícil encontrar 9.000 euros para adecentar este paso», asumen los habitantes del pueblo, que asisten a la segunda cita electoral en la localidad en los últimos cinco días. La pugna electoral de este pueblo de montaña se ventila con veinte votos, que aprecian los candidatos como un tesoro. «Además, aquí hay Junta Vecinal, una de la tres que restan en el municipio, precisamente de los tres pueblos que se integraron tras el cierre del pantano de Vegamián», precisan. La agenda del fin de semana del político en el mundo rural se conjuga con los quehaceres profesionales del candidato. «Llevamos así diez días; ya hemos recorrido una vez los veinte pueblos del municipio; y volveremos a repetir en casi todos», reconocen Roberto Álvarez, que aspira a la alcaldía de Boñar, que ya formó parte de la lista socialista hace cuatro años, e Ignacio Fuertes, que estrena experiencia en la candidatura. La agenda de campaña, con lluvia y tiempo desapacible, supone recorrer cuarenta kilómetros para acercarse a una bolsa de votos que no representa el 1,5% del total. «No medimos el plan de campaña por el rédito que encontramos en cada pueblo; ya sabemos cómo es el mapa poblacional de León, y más en las zonas de montaña. Vamos a todos los pueblos, a cada casa», resumen los candidatos socialistas, en defensa de la estrategia del puerta a puerta, a costa de no encontrar en la mayoría de las localidades interlocutores a los que explicar su programa. Orones no va ser una excepción: en el paisaje urbano de los pueblos leoneses, también Porma, dominan las casas con las persianas bajadas, los portones trancados, con vida limitada a cuatro o cinco semanas en pleno verano. En medio de esa escasez, se palpa la campaña electoral «tampoco es en plan del disputado voto del señor Cayo», se apresura a desmitificar Fuertes después de cerrar el orden del día del domingo, en el que un principio no entraba la lluvia, ayer copiosa en la montaña leonesa, que terminó por condicionar el programa. Igual que a nivel de los grandes candidatos en los grandes municipios, lejos de las urbes el programa de petición de voto entra en su segunda fase: puerta a puerta, viaje a pueblos despoblados, kilómetros y kilómetros. Así, hasta el viernes. La petición del elector se limita a lo esencial: «Alumbrado público, saneamiento ...» El candidato recorre cuarenta kilómetros para ir y volver de un pueblo que cuenta con 1,5% de los votos del censo