De pucelano a invisible

Aseguran en el PP de Villaquilambre que en sus mítines ha habido más de 65 personas, bueno quizás algún que otro día no por mor de la climatología, pero el resto de los días han ido de éxito en éxito: 100 o incluso más de 200 personas. Bueno, pues dicho está, aunque eso no es lo que indica la factura del cátering. Los que sí dicen son los socialistas o más bien se preguntan: «¿Dónde está Villalba?». La campaña electoral está a punto de terminar y al candidato del partido a la Presidencia de la Junta, que concurre por León tras el error de hace cuatro años, sólo se le ha visto por su tierra el día de la pegada de carteles y ese mismo viernes con Joan Clos en el Bierzo. Curioso, exclaman en el seno del PSOE, Ángel Villalba ha pasado en apenas cuatro años de pucelano a invisible en su tierra. Claro que aquí, el PSOE entra en la disyuntiva de a los que le gustaría que el candidato tuviera más presencia en León y aquellos que aseguran que «mejor así, que viaje por la comunidad, que cuanto menos venga más votos». En cualquier caso, unos y otros, no entienden cómo el aspirante a presidente sólo ha estado en León dos ratos, cuando esta provincia es uno de los baluartes del PSOE; claro que quizás sea por eso. Pero no es esto lo único que no gusta en el PSOE de León. Otra cuestión se percibe aún con más recelo: el peso, la cada vez mayor influencia, de determinados barones castellanos en las decisiones del partido a nivel autonómico. Precisamente, acusan a Villalba de no saber imponer su criterio y dejar que estos dos barones, un salmantino -Emilio Melero- y otro pucelano -Tomás Rodríguez Bolaños- no sólo reinen sino que también ordenen y gobiernen. Estos dos, ante la pasividad de Ángel Villalba como vértice, se han convertido en un verdadero triángulo de las Bermudas que está engullendo, poco a poco, a León y al peso que esta provincia tenía y debería tener en el seno de la Ejecutiva autonómica.