Paco Fernández sequedó en la recocina
El candidato socialista se comió los nervios jugando al tute y oculto, hasta el final, como un monje del Císter
La sede del PSOE celebró la victoria de las elecciones
En la oficina del candidato no estaba el candidato; al menos a la vista. Como un benedictino, Paco Fernández se comió la tensa espera en la recocina del local, invisible, primero con una buena dosis de tute y después dejándose los ojos y los nervios en la pantallita del ordenador. Tras un prólogo que ensanchaba sonrisas (15-10-2), a eso de las 21 horas 30 minutos, al 16,24% escrutado, se remansó la euforia y se estableció una foto fija (13-11-3) que resistiría todos los embates. Paco seguía enclaustrado mientras Pepe Jiménez daba la cara y saciaba la sed de los periodistas con la consabida cautela inane. «Este es el único que trabaja aquí de verdad» comentaba alguien en un rasgo de sinceridad después de atribuirle directamente a Jiménez los buenos resultados en lugares como Cacabelos. «Ni diputados ni senadores se preocupan como debieran de los pueblos», sentenciaba la voz sincera. Poco a poco ingresaban interventores y candidatos y todos venían con la prudencia en el bolsillo. Tampoco se mojaba nadie demasiado al interpretar ese voto en blanco que es la punta de lanza del descontento. «Sí, la UPL va a tener muchas llaves». Eso estaba claro. Al final dicen que apa reció Paco.