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Una prueba olvidada en el caso Aldaya permite condenar a dos etarras

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efe | madrid

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La Audiencia Nacional ha condenado a 17 años y medio de prisión a los etarras Gregorio Vicario Setién y José Ordóñez Fernández por el secuestro del abogado y empresario Cosme Delclaux, quien permaneció 232 días recluido -desde el 11 de noviembre de 1996 hasta el 1 de julio de 1997-, en un zulo en Irún. En la sentencia, el tribunal destaca una prueba de ADN para corroborar la participación de Vicario Setién en el secuestro, muestra encontrada en el zulo y que fue aportada por la Fiscalía al juicio. Esta misma prueba no fue presentada el pasado año por ninguna de las acusaciones -Fiscalía y Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT)- en el juicio por el secuestro, en el mismo zulo que Delclaux, de José María Aldaya, a pesar de que ya disponían de ella, lo que llevó al tribunal que juzgó esos hechos a absolver a Vicario Setién de ese secuestro. Indemnizaciones Según la sentencia notificada ayer, la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional condena también a los acusados a indemnizar a la víctima con 250.000 euros y a su padre con 6.010.121 euros, la cantidad que abonó la familia por el rescate. La sentencia declara probado que Vicario Setién y Ordóñez Fernández, junto con una tercera persona no juzgada por estos hechos y otras dos que ya han sido condenadas, formaban parte de un comando terrorista de ETA que, siguiendo las instrucciones del dirigente de la banda José Javier Arizcuren Ruiz Kantauri , decidieron llevar a cabo una acción contra Cosme Delclaux. Para ello, tras adquirir un local en el barrio de Ventas de Irún, construyeron un habitáculo de 90 centímetros de ancho por 3 metros y una altura de 1,94 metros sin ventilación ni comunicación con el exterior y con acceso a unas dependencias que simulaban un almacén y con una apertura mecánica oculta. En la tarde del 11 de noviembre de 1996, cuando el empresario vasco se disponía a coger su vehículo de un aparcamiento cerca de las oficinas en las que trabajaba, Setién y Ordóñez le abordaron y tras exhibirle un arma le introdujeron en el coche para posteriormente meterle sedado en el maletero.

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