| Crónica | Las consecuencias de la reunión |
Un acercamiento estratégico
Zapatero, que se escudó en la vicepresidenta, y Rajoy, que dejó claro que no ha cambiado, alcanzan un acuerdo de mínimos, sin compromisos contraídos y bajo una mutua vigilancia
Ante las expectativas tan pesimistas que existían, el acercamiento de posturas entre Zapatero y Rajoy para luchar juntos contra ETA podría parecer algo extraordinario. Aunque, en realidad, ese primer paso para supuestamente recomponer la unidad antiterrorista no sea más que la consecuencia lógica del nuevo escenario que se ha abierto tras el alto el fuego. En palabras de Rajoy, de las nuevas «circunstancias». Frente a la amenaza etarra, sólo cabía un acuerdo, aunque sea de mínimos, sin ningún compromiso importante contraído y bajo mutua vigilancia. Tanto para Zapatero como para Rajoy habría sido suicida aparecer ante la opinión pública como el causante de la desunión de los grandes partidos en un momento crítico. El líder del PP quiso dejar claro un mensaje: él no ha cambiado de posición y apoya al Gobierno sólo y exclusivamente para derrotar al terrorismo, no para negociar. De esta forma refrendaba su política de oposición frontal al llamado proceso de paz, que ha incluido continuas intervenciones parlamentarias y manifestaciones callejeras. Pero, consciente de que no se entendería que no apoyara ahora al Gobierno aparcó los reproches y las condiciones, aunque sí planteó «recomendaciones». Como es habitual, el presidente volvió a escudarse en María Teresa Fernández de la Vega, a pesar de la gran trascendencia de su reunión con el líder del principal partido de la oposición. Por lo demás, Zapatero tenía la mayor responsabilidad, como jefe del Gobierno, en la reconstrucción del consenso antiterrorista. Eso explica que la vicepresidenta haya vendido como un éxito la reunión, que calificó de «muy positiva» y «avance muy importante». Habrá que esperar para ver si este acercamiento, en gran medida fruto de la estrategia política y de la coyuntura marcada por la banda, fructifica. De momento los dos líderes han logrado salvar la cara y dar mayor tranquilidad a la ciudadanía. Se mantienen las discrepancias -ANV, pactos en Navarra y Álava, final dialogado de ETA-, ni siquiera se ha hablado de retomar el Pacto Antiterrorista o de cambiarlo por otro. Ambos líderes han entendido que no era la hora de los desencuentros -profundos y muy enraizados en el problema más grave de España-, sino de lanzar un mensaje de unidad -aunque hay sido forzada por los acontecimientos- ante la ciudadanía. Es mucho más de lo que había y menos de lo que debería.