| Reportaje | 30 años de las primeras elecciones generales de la democracia |
Un proceso plagado de violencia y provocaciones hasta la libertad
España pasó en 18 meses de ser una dictadura a convertirse en una democracia, pero el terrorismo etarra, ultra y del Grapo y un sector de los militares trataron de imp
Velatorio en el colegio de abogados de las víctimas de la matanza de Atocha en enero de 1977
En 18 meses, España pasó de ser una dictadura a una democracia. El 20 de noviembre de 1975 Francisco Franco moría en la cama y el 15 de junio de 1977 los españoles votaban en libertad por primera vez en 41 años. Hubo que esperar a que el Rey destituyera al inmovilista Carlos Arias Navarro por el reformista Adolfo Suárez, el 3 julio de 1976, para que se pusiera en marcha la llamada Transición. El que había sido secretario general del Movimiento cambió su camisa azul por el traje y la corbata y se aprestó a demoler desde dentro el vetusto edificio franquista. Fue una transición muy difícil que costó muchos muertos -hoy totalmente olvidados-, que ahora se estudia como modelo en muchas universidades pero que estuvo a punto de descarrilar. ETA, los Grapo y los pistoleros de la extrema derecha golpearon una y otra vez con el objetivo de impedir que llegara la ansiada libertad. Mientras, un sector importante de las Fuerzas Armadas vigilaba los pasos que daba Suárez. Todo se aceleró dramáticamente en los seis meses previos a las elecciones. Los acontecimientos dan cuenta del terrible asalto que sufrió la incipiente democratización. La secuencia entre el 11 de diciembre de 1976 y el 28 de enero de 1977 es significativa: secuestro del presidente del Consejo de Estado, Antonio Oriol, por el Grapo; detención de Santiago Carrillo en Madrid; reunión de Suárez con la oposición democrática; asesinato de un estudiante por miembros de los ultraderechistas Guerrilleros de Cristo Rey; el Grapo secuestra al teniente general Villaescusa; asesinato de nueve personas en el despacho de abogados laboralistas de Atocha; el Grapo mata a dos policías armados y un guardia civil. «Alguien está intentado provocar un golpe militar», concluyó Suárez. Pese a que los ultras reclaman que el Ejército tome el poder, no lo hacen. En una situación de máxima tensión, sobre todo en el País Vasco, el presidente toma una decisión clave, legaliza al PCE el 9 de abril de 1977 y pone a los militares al borde de la rebelión. Cinco días después, Santiago Carrillo fuerza a sus camaradas a aceptar la bandera roja y gualda, a reconocer la monarquía y a aceptar la unidad de España. El camino estaba abierto, pese a que la situación en el País Vasco seguía siendo extrema. Finalmente, el 15-J, los españoles pueden votar con libertad tras 18 meses de zozobra.