Los tripulantes de la patera pensaron que se dirigían a Europa hasta que reconocieron Trípoli
El pesquero español deja en Libia a los 26 inmigrantes, uno muerto Las mafias tienden al Mediterráneo
«Lloraban y nos miraban con cara de pena. Fue muy jodido», lamenta un marinero español
Con la ropa de los marineros todavía puesta los 25 inmigrantes recogidos por el Nuestra Madre de Loreto llegaron ayer a Trípoli. Les despertaron en mitad del sueño, a las tres de la madrugada, les hicieron desembarcar y entonces se dieron cuenta. Después de dos días en el barco con base en Santa Pola y tripulación gallega, su viaje por mar había terminado en el mismo lugar donde empezó: Libia. «Fue una sensación terrible. Hasta entonces pensaban que íbamos hacia España y nosotros no podíamos contarles la verdad porque estábamos seguros de que entonces se nos amotinarían. Cuando llegamos al puerto y vieron que era Trípoli se llevaron una desilusión enorme y algunos se pusieron a llorar y nos miraban con cara de pena. Fue muy jodido». Entre los dos hermanos Sestayo, José Luis y José Manuel, explican por teléfono a Diario de León el final de la historia que arrancó el miércoles por la noche, cuando auxiliaron a los 26 ocupantes de una patera a la deriva que chocó contra su pesquero -uno de los inmigrantes murió durante el rescate-. Ayer al mediodía, José Luis, patrón del Nuestra Madre de Loreto, ordenó abandonar el puerto y dirigirse a la zona en la que, poco antes de recoger a los subsaharianos, habían soltado los aparejos. Con el mar en calma, esperaban recuperar los instrumentos para la pesca del camarón y continuar con la campaña, que seguirá hasta julio. El marinero confesaba sentirse «bastante más tranquilo» después de dejar en la capital libia a los sin papeles -allí también pudo repostar, ya que, tras dos intentos de llegar a tierra, se habían quedado cortos de combustible-. Sin embargo, mantenía su idea, repetida durante los dos días que duró la travesía, de que «lo que más me hubiera gustado es traerlos (a los inmigrantes) para un país europeo. Bien sabemos cómo hacen las cosas en Libia y no me gusta haberlos dejado allí». Sobre todo después del «comportamiento excelente» que mantuvieron en la travesía. Pese a los problemas que le ha supuesto el rescate, el patrón no lo duda: «Claro que volvería a hacerlo». «MONTFALCÓ» Este remolcador, con patrón gallego, evitó el naufragio de una patera con 26 inmigrantes de Costa de Marfil. Estaban en alta mar, entre Libia y Malta. Los dos países se negaron al desembarco de los subsaharianos en sus puertos y España tuvo que enviar a la zona al buque de Salvamento Marítimo «Clara Campoamor» (en la imagen de la izquierda). La embarcación trasladó a los marfileños a Tarragona, adonde llegaron el 2 de junio. «NRA. MADRE DE LORETO» El pesquero, dedicado a la captura del camarón, encontró una patera a la deriva el pasado 13 de junio. Uno de los 26 «sin papeles» que llevaba el bote murió al saltar al barco, en el que trece de sus catorce tripulantes son gallegos. Estaban a 90 millas de Libia. Tras dos días de duras negociaciones y un intento fallido de desembarcar en Trípoli, el Gobierno de Gaddafi aceptó a los inmigrantes, de Nigeria, Mali, Sudán, Liberia y Costa de Marfil. El sudanés Sauda Musa, uno de los inmigrantes rescatados por el Nuestra Madre de Loreto , explicaba el jueves por teléfono que su pasaje en la patera le había costado mil dólares. Sin embargo, el pago no lo había realizado en Libia, donde del bote se hizo a la mar, sino a miles de kilómetros de allí. «La mayoría de nosotros nos encontramos en el puerto de Abidjan, en Costa de Marfil. Ahí acordamos el viaje -detallaba Musa-. Luego nos llevaron por tierra hacia el norte». Se trata de un recorrido en autobús a través de Costa de Marfil (donde una amplia región está tomada por los rebeldes), Malí y Argelia. Una travesía mucho más larga de la habitual para las mafias marfileñas y guineanas, que casi siempre optaron por Senegal y Mauritania como punto de partida de sus expediciones. Sin embargo, el cada vez más férreo control que se está ejerciendo en los puertos de Dakar y Nuadibú y en las proximidades de Canarias dificulta el trabajo de los traficantes de personas. La estrategia que involucra al servicio de fronteras de la UE parece dar resultado. El número de cayucos llegados a las islas españolas ha descendido mucho, mientras se repiten los avistamientos de pateras entre Libia y Malta. «FRANCISCO Y CATALINA» El 14 de julio del 2006, este pesquero, patroneado por el armador del «Nuestra Madre de Loreto» y con tripulación gallega, rescató a 51 inmigrantes (la mayoría de Eritrea) a 100 millas al sur de Malta. Las autoridades de la isla se negaron a acoger a los náufragos y España tuvo que solicitar la mediación de la UE. Las negociaciones duraron ocho días y al final se acordó repartir a los «sin papeles» entre Italia, Malta, Andorra y España.