En noviembre se encargó la compra de 90 equipos, pero no llegaron hasta el 30 de mayo, cuando empezaron a repartirse
Defensa instaló inhibidores en Afganistán por considerarlo un destino más peligroso
Los vehículos blindados enviados a Líbano, incluido el blindado medio sobre ruedas (BMR) en el que viajaban los seis militares asesinados el domingo en las cercanías de Marjayún, carecen de inhibidores de frecuencia, equipos que anulan las señales de radio que hacen explotar las bombas activadas por control remoto. El atentado fue perpetrado con una furgoneta cargada con cincuenta kilos de explosivo activados a distancia. Las primeras hipótesis apuntan a la facción palestina Al Fatá Al Islam, próxima a Al Qaeda, como responsable del atentado. El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, viajó este lunes al lugar de la explosión y visitó la base Miguel de Cervantes en Marjayún. Allí confirmó que «los vehículos no llevaban inhibidores» a pesar de operar en la región más inestable del mundo. Explicó que el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), general Félix Sanz, le comunicó semanas antes del ataque que «todos los informes de inteligencia militar decían que el riesgo de sufrir un atentado de estas características estaba en Afganistán y no en Líbano». El general Sanz no acompañó al ministro en su viaje, a pesar de que siempre lo hace en las visitas a las tropas. El Jemad encargó el pasado 7 de noviembre a la empresa fabricante noventa inhibidores para los vehículos utilizados en las misiones en el exterior. Las primeras unidades comenzaron a llegar el pasado 30 de mayo y se instalaron en los transportes que utilizarán en Afganistán los 50 efectivos que el mes que viene instruirán a unidades del ejército afgano. El ministro aseguró que los vehículos BMR «son los mejores que tiene el ejército español», pero la bomba que estalló el domingo era tan potente que convirtió su blindaje en un amasijo de hierros retorcidos. En el lugar de la explosión trabajan a destajo expertos del Ejército para averiguar cómo se produjo el ataque. Según los primeros datos facilitados por los mandos, la deflagración se produjo sobre las 17.00 horas en un cruce de vías entre Marjayún y Khiyam, al paso de dos BMR. El estallido alcanzó de lleno la parte derecha del que iba en segundo lugar y se la arrancó de cuajo. Después, el blindado ardió, de ahí que dos de sus ocupantes, cuya identificación fue muy complicada, perecieran calcinados. Para las filiaciones, con el ministro viajó un equipo de especialistas de la Guardia Civil con las fichas dentales, muestras de tejidos y de ADN imprescindibles para realizar estas tareas. Una pista El Ejército español y la policía libanesa investigan de forma coordinada la masacre y creen disponer ya de una pista importante para esclarecer quiénes fueron sus autores. Se trata, según fuentes militares, del testimonio de un vecino de la zona que aseguró a los militares haber visto desde un terreno cercano de su propiedad cómo los terroristas colocaban el coche bomba. Interrogada por los oficiales de Inteligencia del contingente español, esta persona relató cómo vio llegar hasta el cruce donde se produjo la explosión dos vehículos, cada uno conducido por un individuo. Tras aparcar la furgoneta Renault Express que estalló, un hombre se bajó de ella a toda prisa y se introdujo en el otro coche, que se alejó del lugar. Las fuentes citadas aseguran que se trata de una pista «fiable» y creen que el Ejército dispone a estas alturas de una descripción física aproximada de la persona que dejó la furgoneta a la espera de que por allí pasasen los españoles. El propio ministro de Defensa admitió en la rueda de prensa que los investigadores tienen «alguna otra pista», pero apeló a la obligada «discreción» para no arruinar la investigación en curso. Según Alonso, la magnitud de la explosión fue «extremadamente alta», dejó un cráter de unos dos metros a un lado de la vía e hizo saltar por los aires pedazos del BMR hasta una distancia de 150 metros.