Mariano Rajoy desconcertó al PP al centrarse sólo en ETA durante el debate
Desconcierto es la palabra que mejor define la reacción que tuvo el grupo parlamentario popular al comprobar que Mariano Rajoy apostaba por una sola carta en el debate sobre el estado de la nación y se centraba casi exclusivamente en la gestión de la tregua de ETA en su ataque al presidente del Gobierno. Nadie dudaba que el líder de la oposición iba a ser muy duro con José Luis Rodríguez Zapatero, pero todos -incluido su equipo más cercano- esperaba que abriera el campo de la crítica y aprovechara para presentar su imagen de hombre de Estado y recambio de gobierno. El mayor reproche que hacen a su jefe de filas quienes discrepan con la línea que eligió es que permitió una recuperación política del jefe del Ejecutivo que debería haber evitado. El desértico pasillo, las caras de los parlamentarios populares y la inusitada presencia de Rajoy con su guarda de corps -Ángel Acebes y Eduardo Zaplana- en un bar cercano al Congreso, habitualmente plagado de periodistas, dibujaron el panorama más elocuente del impacto negativo que tuvo entre los suyos su intervención en el debate. El sector más duro del partido, partidario de hostigar sin tregua al presidente por su política con ETA, y las fuentes oficiales salieron enseguida al quite y defendieron el éxito de la estrategia. Argumentaron que, al insistir machaconamente en el mismo asunto, el presidente del PP logró los objetivos que pretendía. El líder de la oposición se propuso minar la credibilidad de Zapatero, demostrar que fue desleal y mentiroso no sólo con el PP sino con todos los españoles porque les engañó sobre sus contactos y las negociaciones con la banda.