Diario de León

Zapatero pretende recuperar electorado y acallar las voces que dan por concluido el mandato

El Gobierno cree que los cambios enderezan el fin de la legislatura

El PP cree que cesa a Sevilla como gesto a los nacionalistas por ser crítico con la política territorial

Zapatero, durante una comparecencia en las Cortes esta semana

Zapatero, durante una comparecencia en las Cortes esta semana

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R. Gorriarán/S. Garrido - madrid
León

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En las filas gubernamentales se consolida la idea de que José Luis Rodríguez Zapatero ha enderezado el rumbo de la legislatura con los cambios ministeriales de este viernes. Los recambios tienen dos objetivos: tapar la boca a quienes, como los dirigentes del PP, sostienen que el mandato está agotado y servir de acicate a sectores del electorado que, como los jóvenes y los intelectuales, mostraban un creciente desapego por el proyecto socialista. No lo vio así el partido opositor, que consideró que la crisis responde a un intento de contentar a los nacionalistas y eliminar a los críticos con la política territorial. Rodríguez Zapatero no mostró signos de preocupación en el debate del estado de la nación ante las continuas alusiones de Mariano Rajoy a que la legislatura no daba más de sí, pero sonreía por dentro. Los pocos al tanto de sus planes, la vicepresidenta primera y el secretario de Organización del PSOE, entre ellos, sabían que, con independencia del buen resultado del cuerpo a cuerpo con el líder opositor, faltaba el golpe de mano, la crisis de Gobierno, que cogió a contrapié al PP, como a casi todo el mundo, para insuflar nuevos bríos hasta marzo de 2008. Fuentes gubernamentales y socialistas admiten que, aunque caben otras consideraciones, los relevos tienen un marcado cariz electoral. Los últimos comicios demostraron que una parte notable del caudal electoral del PSOE había dejado de sintonizar con el Gobierno. La abstención en feudos como Cataluña y Andalucía fueron todo un síntoma; los jóvenes, fundamentales en la victoria de Rodríguez Zapatero en 2004, tampoco acudieron a votar como hace tres años; y las voces críticas desde sectores de la intelectualidad progresista han recrudecido. Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales, con no ser malos para el PSOE, fueron rentabilizados por el PP, y Rajoy, por primera vez desde hace tres años, vio entreabierta la puerta de la victoria en las generales. El atentado que costó la vida a siete militares en Líbano dio alas al debate sobre la presencia militar en ese país y Afganistán, nunca bien aceptada por muchos votantes socialistas. Las informaciones del diario «Gara» sobre las presuntas negociaciones con ETA proporcionaron munición a los críticos internos con el proceso de paz y pusieron de manifiesto la opacidad de toda la operación. El Gobierno y el PSOE necesitaban oxígeno y Rodríguez Zapatero, los 11 millones de sufragios del 14-M. El jefe del Ejecutivo buscó ese aire, y lo encontró, según todos los sondeos, en el debate sobre el estado de la nación, y añadió una dosis extra con la remodelación gubernamental. Los nombramientos de Bernat Soria y Cesar Antonio Molina son dos guiños a los sectores progresistas e intelectuales, valedores, en su momento, y críticos después con los gobiernos del PSOE. La incorporación de Carme Chacón en Vivienda tiene una doble lectura, un mensaje a la juventud de que uno de sus problemas más acuciantes está en manos de una persona casi de su generación, y un revulsivo a los socialistas catalanes, cuyos calderos de votos arrojaron un magro resultado en los comicios municipales.

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