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Publicado por
León

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Otro de los problemas a los que se enfrentan los pueblos es que los topillos, poco a poco, van llegando a los cascos urbanos. «Los tenemos ya en los parques de los cascos urbanos de los pueblos, donde todos los días yacen muertos miles de roedores», comenta Julio López. En Arévalo, los topillos corretean por los pasillos del parque central, sin inmutarse ante la presencia de ancianos que aprovechan sus sombras para descansar y de los niños que juegan a pocos metros en el ocio veraniego y que han encontrado un nuevo entretenimiento: perseguir a patadas al roedor invasor. Los agricultores exigen medidas a la Junta, casi de forma desesperada e impotentes, pero conscientes de que la imagen de miles de topillos vivos o muertos en las televisiones, los periódicos y los medios de comunicación no hacen nada de bien a un sector, el del turismo rural, en el que algunos ven una digna alternativa. «Ya tratamos con los productos químicos autorizados, pero no es suficiente. Que pongan en marcha ya medidas de verdad eficientes, porque la situación es muy grave», señala Juan José Llorente. Un problema que está en boca de todos. En los bares, en la panadería, en la calle... los topos empiezan a ser algo más que un quebradero de cabeza. Es la obsesión que se lleva la energía de tantos agricultores y que tanto necesitan los pueblos de la comunidad.

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