Empeño indomable
Confiesa que es «una política atípica» porque dice lo que piensa, asegura tener mucho carácter y le gusta definirse como perfeccionista y «una mujer hecha a sí misma» Fascinada por Azna
Cuenta que de su abuelo materno heredó lo «de bajita y listilla». De su familia -asegura- aprendió desde pequeña valores como el trabajo y la honradez. Nacida en 1955 en Santibáñez del Porma (municipio de Cuadros), Isabel Carrasco reconoce su origen humilde y le gusta definirse como «una mujer hecha a sí misma». Su padre, ferroviario jubilado, su madre, ama de casa. Tiene dos hermanas. Los primeros años de su vida los pasó en el pueblo donde nació. Recuerda el empeño que tenía por ir al colegio a pesar de no haber cumplido todavía los seis, edad requerida en aquellos tiempos para acudir a la escuela. «Era un loro y para callarme decidieron que diera clases con la madrina de mi hermana que vivía al lado». También se emperró en hacer la Comunión antes de tiempo. «Como una pulga de pequeña, don Dacio, el cura, no quería que fuera tan pronto». Ya trasladada toda la familia a la capital, fue al colegio Quevedo y luego cursó Bachillerato en el instituto Juan del Enzina. Empezó Derecho en la Universidad de León, donde estudió dos años, los otros tres los realizó en Valladolid. En seguida se dio cuenta de que Mercantil era su área favorita. De aquel periodo en la capital del Pisuerga relata los tiempos convulsos y politizados que vivía la universidad y señala que durante un año estuvo cerrada por decisión del ministro de turno, cuando Franco ya había muerto. En ese momento todavía no tenía inquietudes políticas. «No me podía permitir eso, debía estudiar, siempre lo hice con beca, y mi misión era terminar pronto y bien la carrera». Con su brillante expediente se planteó completar sus estudios con un máster o algún curso de postgrado, «pero no pude por mi situación económica». A pesar de que le ofrecieron quedarse en el Departamento de Mercantil en Valladolid como docente, no aceptó y también decidió que no quería ejercer la abogacía. Con otra amiga comenzó a preparar las oposiciones y once meses después logró ser inspectora de Hacienda. Tenía 23 años. Su primer destino fue Vigo, pero enseguida quedó una plaza libre y fue trasladada a León. De la mano de Pérez Villar, y cuando José María Aznar era presidente de la Junta, Carrasco fue nombrada delegada de la institución autonómica en León, como funcionaria del Grupo A de libre designación. Ahí arranca su carrera política. Era el año 1987 y «la superdelegada» cogía tablas.