Diario de León

Andrés Mayo ingresó ayer en la prisión de La Coruña acusado de dos agresiones sexuales consumadas y seis tentativas

El violador del chándal niega ante la jueza los ocho delitos que se le imputan

Casado y padre de dos hijos, trabajaba de albañil en Galicia desde que fue excarcelado

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Rodri García / B. Abelairas - la coruña
León

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«No reconoció los delitos». El violador del chándal, Andrés Mayo Fernández, negó ayer ante la titular del Juzgado de Instrucción número 5 de A Coruña haber sido el autor de las ocho agresiones sexuales, dos de ellas consumadas, de las que se le acusa en el atestado policial. El escueto resumen de la declaración del acusado lo hizo su abogado, Pablo Freire. Pasadas las ocho y media de la mañana, 48 horas después de ser detenido cuando salía de su casa para ir a trabajar, Andrés Mayo llegó en un coche patrulla de la Policía Nacional al juzgado de guardia. Iba esposado, con sus manos grandes a la espalda (varias víctimas de las agresiones habían destacado este rasgo, que estaría avalado por el hecho de que Mayo trabaja como albañil en una empresa de la construcción). Vestía pantalón vaquero, cazadora y zapatos náuticos y, al ir ligeramente agachado, sus aproximadamente 180 centímetros de alto parecían algunos menos. Hay pruebas de ADN La Policía Nacional informó ayer de que la investigación comenzó cuando, a finales del año pasado, tuvo lugar la primera de las agresiones sexuales en A Coruña. En estas tareas participaron agentes del grupo del servicio a la familia junto con otros de la brigada judicial y de la policía científica. Estos últimos jugaron un papel clave, puesto que en estos meses hubo «muchos trabajos de laboratorio y de pruebas científicas», entre las que estarían muestras de ADN que inculparían al detenido. Los investigadores explican que observaron cómo en los ataques cometidos desde el pasado mes de diciembre en varias zonas de la ciudad existían determinadas circunstancias concurrentes que tenían como denominador común tanto la forma de actuar como la descripción facilitada por las víctimas, lo que les llevó a la conclusión de que el autor de los hechos era la misma persona. Durante estos meses se había mencionado la posibilidad de que hubiera más de un agresor sexual. Indicios incriminatorios Fuentes policiales apuntan que entre los indicios incriminatorios, «de carácter científico-técnico unos, y otros de carácter documental e investigador», figuran reconocimientos fotográficos por parte de alguna de las víctimas «que permitieron determinar la identidad del sospechoso» de atacar a las ocho mujeres en A Coruña. Mayo también se encontró ayer con unas cuantas mujeres: dos letradas de oficio que, al contar con abogado particular, no tuvieron que asumir su defensa; una fiscal, «que es bastante dura», comentaron fuentes judiciales; y una juez que no le va a la zaga y que, a la salida, declinó hacer ningún comentario sobre el caso: «Ya nos gustaría ayudarles en su trabajo, pero no es nuestro estilo», comentó a los periodistas. «¿Y si es inocente?» El acusado prestó declaración durante menos de una hora y cerca de las dos y media de la tarde, con la cabeza cubierta, fue introducido en un vehículo que llevaban dos mujeres-policía. Ellas fueron las encargadas de dejarlo en el furgón de la Guardia Civil que lo trasladó hasta la prisión de Teixeiro y que inicialmente iba a recogerlo en el juzgado de guardia. Mientras tanto, otras dos mujeres, una de ellas la esposa del acusado, se marchaban cariacontecidas de los juzgados. Y es que Andrés Mayo Fernández, que lleva casi un lustro viviendo en A Coruña, está casado, tiene dos hijos pequeños y trabaja, desde su llegada a la ciudad procedente de León, en una empresa constructora en la que incluso habría alcanzado un cierto nivel de mando intermedio. Rostro oculto Ante la insistencia, el abogado del acusado defendió que se ocultara el rostro de su cliente con el argumento de que en los próximos días tendrá lugar una rueda de reconocimiento para ver si las víctimas reconocen o no a este hombre como su agresor «y si aparece en los periódicos eso condicionaría la rueda», argumentó el letrado. Insistió en mantener la discreción, aunque la jueza por el momento no ha decretado secreto del sumario, también por respeto a las víctimas, y se preguntó qué ocurrirá si su cliente es inocente. La Policía Nacional recordó ayer que Andrés Mayo, de 39 años de edad, «ya poseía antecedentes por agresión sexual y era conocido como el violador del chándal» en León y en Asturias.

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