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Publicado por
YASHMINA SAWKI
León

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LES HA costado pero, al final, parece ser que lo han atrapado. Aunque las vecinas coruñesas todavía no las tengan todas consigo, sí podrán respirar un poco más tranquilas. A la espera de obtener la confirmación necesaria tras los interrogatorios y pesquisas que realice la Policía Nacional, saber que el presunto violador que ha tenido en jaque a las féminas de A Coruña y alrededores está a buen recaudo supone un gran alivio, y permitirá, a más de una, recuperar su rutina cotidiana. Las mujeres no nos movemos en nuestra vida con la misma tranquilidad que los hombres; muy al contrario, seguimos pautas de comportamiento «preventivo», adquirido ya desde la infancia e inculcado por nuestros progenitores. ¿Quién no procura llegar a su destino antes de que las calles queden desiertas? ¿Quién, en lugar de poder disfrutar de un paseo nocturno se sube a un autobús o coge un taxi, por si acaso? La igualdad que nos reconoce la ley está muy lejos de ser una realidad, fundamentalmente, por los «agujeros negros» en la seguridad de nuestra sociedad. Según las estadísticas sobre delitos conocidos -es decir, denunciados- de abuso, acoso y agresión sexual del Instituto Nacional de la Mujer, en Galicia hemos pasado de 264 en 1997 a 311 en el 2006. En junio este año, la cifra ascendía ya a 154. Aunque erradicar el crimen es una utopía, reducirlo es un objetivo alcanzable. Sobre todo, cuando se puede impedir que delincuentes sexuales confesos y no rehabilitados queden en libertad tras cumplir sólo doce años. Modificar la ley que beneficia al criminal y no resarce a la víctima. Seguro que muchos dormiríamos más tranquilos.

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