Diario de León

| Crónica | En la hora del recuerdo |

Aquellas traviesas que lo fueron dos veces

Multitud de sensaciones siguen grabadas alrededor de la vía, doce meses después de los fatales acontecimientos de aquella tarde

Pilar e Ignacio, dos vecinos de Villada con raíces leonesas

Pilar e Ignacio, dos vecinos de Villada con raíces leonesas

León

Creado:

Actualizado:

Al coger la curva del cruce de Sahagún, las ruedas de las ambulancias no chirriaron por respeto. Hasta los neumáticos rodaban sobrecogidos, como imaginando la magnitud de la catástrofe hacia la que se encaminaban. Por detrás de los dos vehículos de la Cruz Roja, uno con un rótulo de San Andrés del Rabanedo y otro de Benavente, el cuentakilómetros llegó a marcar casi los cien kilómetros por hora en pleno casco urbano. Ni tan excepcional circunstancia estaba de más ni la ocasión mereció menos, aún cuando el vecindario facundino se agolpara a los lados de la carretera en algunos tramos, como en los días de procesión, pero con menos fiesta en la calle. Aquella tarde, el sol hacía daño en los ojos. Hace tiempo ya que las tragedias no dejan aroma en el ambiente (será la costumbre) y ahora que los calores y los fríos estivales son caprichosos, hasta las apreturas del termómetro se quedaron en sólo secundarias. Aún en plena Tierra de Campos, tanto fulgor pudiera antojarse contraproducente. Para hoy, un año después, el hombre del tiempo anuncia 20 grados de máxima en la escala de Celsius. La mitad que aquel día maldito. La prueba de que nada volverá a ser lo mismo. Si acaso, el sentido de la solidaridad de la población, ejemplar como siempre lo es el pueblo a la hora de volcarse en la desgracia. A la vista del momento en el que se encuentra el trámite procesal, los expertos consideran que serán necesarios de seis a doce meses más para el señalamiento de una hipotética fecha del juicio terrenal. Lo del final queda para los creyentes, y ese día, con un poco de suerte, estará lejano en el tiempo y encontrará cicatrizadas las heridas. Para entonces, Pilar y su hijo Ignacio, de raíces palentinas pero con treinta y pico años de residencia en León, y siempre apegados a la vía, habrán convertido en simplemente un mal recuerdo el sonido chirriante de aquellas traviesas que decidieron serlo por dos veces, hace doce meses. Descansen en paz los unos y los otros. Merecido lo tienen todos.

tracking