Diario de León

«Tenemos 35 proveedores de toda España y del extranjero, de Italia a Canadá»

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En un mercado tan pequeño y peculiar como el de objetos de uso religioso llama la atención que tanto la oferta como la demanda no sean locales, sino sin fronteras. La mayor parte de las imágenes que se venden en la Cooperativa Eclesiástica Leonesa proceden de Olot (Gerona), cuya peculiar industria data también de varios siglos atrás, los ropajes de ceremonia de Madrid, lo mismo que los libros de culto, que también se venden en el seminario, los cálices, cruces y custorias de Italia, lo mismo que los candelabros, y los cirios, mezcala de cera de abeja y otras menos naturales, de Alicante y Murcia. Según Fermín Villada, único gerente y dependiente de la Cooperativa, de la que forman parte como socios los últimos 176 curas de la diócesis en activo, «en total tenemos 35 proveedores de toda España y del extranjero, incluídas algunas estampas que nos llegan de Canadá o Estados unidos, pero también nosotros recolocamos parte de esta mercancía en toda Hispanoamérica, Africa o en cualquier lugar donde haya misioneros leoneses, que suelen aprovechar las vacaciones para hacernos encargos». -¿Conoció a Erick, «el belga»? ¿Hacía bien en aprovecharse del abandono y la ruina de lo que encontró aquí? -Lo conocí en los años sesenta o setenta, pero la culta no era toda suya. Es verdad que en aquella época desapareció camino del extranjero un patrimonio importante de los pueblos y, sobre todo, de las iglesias, aunque hay que decir en su favor que se le llamaba desde las diócesis para vender. Yo lo vi. Y las obras de arte pasaban por la aduana legalmente, lo cual es una buena prueba de lo que digo, porque era obligatorio declarar su origen. Otra es que nadie las reclamaba después. -¿Cómo se pudo llegar a eso? -Por ignorancia del valor de lo que se vendía y porque era urgente realizar obras de restauración en las parroquias. Pocos le daban importancia. -¿Dónde están esas piezas ahora? -Por todas partes. En Nueva York en colecciones particulares, en Alemania, Suiza, Países Bajos, etcétera. Hubo artesonados que salieron clandestinamente hacia mansiones de millonarios americanos, como llaman ellos a sus casas, algunos no hará ni una década o dos. -¿Usted se arrepentiría de haber vendido todo aquello, como dice Erick que le pasa ahora? -Bueno, el único consuelo es que esas obras de arte están mejor cuidadas allí que aquí. Cuando se las llevan nos quejamos a destiempo: justo cuando las cosas ya no tienen remedio.

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