Seis heridos en accidentes en un día negro de las Fuerzas Armadas La justicia francesa prohíbe ejercer a dos abogados de los presos de ETA

Seis militares españoles resultaron heridos este jueves, cuatro de ellos de gravedad, al volcar una ambulancia blindada en Afganistán con cuatro soldados a bordo debido al mal estado de la carretera, y al caer a tierra en Lugo un helicóptero de la Marina en el que viajaba un teniente general poco después de despegar del campo de fútbol del municipio de Baleira. Fue un día negro para las Fuerzas Armadas pero, pese a la aparatosidad de ambos siniestros, no hubo que lamentar muertes y los heridos están fuera de peligro. El primero de esos accidentes ocurrió en Afganistán en la madrugada del jueves, y afectó a un vehículo Blindado Medio Sobre Ruedas (BMR), habilitado como ambulancia, que volcó lateralmente cuando circulaba a unos dos kilómetros de la ciudad afgana de Qala-i-Naw, sede del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) español. Según explicó un portavoz del Ministerio de Defensa, el vuelco se produjo cuando el blindado, en el que viajaban cuatro soldados, volvía a su base por una carretera que se encuentra en obras tras realizar una patrulla por la región en apoyo de la policía afgana. A consecuencia del siniestro, resultaron heridos de gravedad el capitán médico Marco Antonio de Nicolás Álvarez, quien sufrió la rotura de una clavícula y dos costillas, y el alférez médico Pedro Manuel Cardeña Ramírez, con un fuerte golpe en la cabeza. Sus dos acompañantes heridos leves son el cabo primero Rubén Rodríguez Sáinz-Pardo, afectado por contusiones y magulladuras en ambas piernas, y el legionario paracaidista Iván Bernardo Pizarro, con un golpe en la cadera derecha. El segundo siniestro tuvo lugar sobre las 10:45 horas y dejó dos heridos graves al caer a tierra desde una altura de 300 metros y partirse en dos un helicóptero modelo Hughes 500 ASW perteneciente a la flotilla de aeronaves de la Armada. Según explicaron algunos testigos, el accidente se produjo poco después del despegue a consecuencia de una súbita parada de los motores. La Justicia gala ha prohibido el ejercicio de su profesión en Francia a los abogados de presos de ETA Unai Errea e Itziar Larraz por haber introducido documentos internos en cárceles de París en 2003. Los letrados, que permanecían desde enero en libertad provisional, no han de regresar a prisión ya que sus condenas en primera instancia fueron rebajadas este jueves en apelación a penas exentas de cumplimiento. El Tribunal de Apelación de París impuso diez años de inhabilitación profesional a Errea y cinco a Larraz. El primero fue condenado a cinco años de prisión, de los que cuatro gozan de dispensa, y su compañera endosó dos años exentos de purgar. La diferencia de tratamiento obedece a que Errea fue juzgado culpable de complicidad con asociación de malhechores terrorista, además del cargo común de entrega a presos de correspondencia al margen de los cauces reglamentarios. El juez Jean Gouyette, presidente del tribunal, les explicó que no tendrán que volver a la cárcel si no reinciden en el plazo de cinco años. Con el cálculo de redenciones automáticas, Errea ya ha cumplido la parte firme de la condena ya que permaneció nueve meses en prisión preventiva. Larraz estuvo un mes sometida a ese régimen. Arsenales de la banda Mientras, los servicios antiterroristas galos enseñaron este jueves a Michèle Alliot-Marie, ministra del Interior, un muestrario de los arsenales y materiales confiscados a ETA con la finalidad de ilustrar la amplitud de sus actividades clandestinas en Francia. La insólita iniciativa, abierta a la prensa, se produjo en el marco de una visita de la responsable gubernamental vascofrancesa a la sede de la futura unidad centralizada de inteligencia. El director de la Subdirección Antiterrorista (SDAT), Frédéric Veaux, presentó a la ministra una selección de los fondos guardados en su servicio, enriquecidos a principios de mes con las incautaciones realizadas en la casa-taller de Cahors. Entre el armamento exhibido destacaba un mortero Jotake, una granada artesana, un subfusil y una carabina. Completaban el arsenal una bomba-lapa y una máquina mezcladora de componentes explosivos. Un ejemplar del boletín 'Zutabe' y un manual de formación militar figuraban entre los documentos seleccionados al igual que carnés falsos de la Guardia Civil y de la Policía francesa. Además se proyectaron diapositivas de la base de Cahors en las que se apreciaba el taller de explosivos habilitado en el salón y los dos termos de 150 litros preparados para ser cargados con amonal y pentrita.