El Rey impuso a los fallecidos la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo a título póstumo
La Brigada Paracaidista despide a los dos soldados asesinados en Afganistán
El momento más emotivo se vivió con la entrega de objetos personales a la familia España premia
Los legionarios de la Brigada Paracaidista despidieron ayer con todos los honores, en un emocionante funeral de Estado adornado con los ritos y cánticos propios de los «paracas», a sus compañeros Germán Pérez Burgos y Estalyn Mera Vera, asesinados el lunes en Afganistán en un ataque con explosivos. Los Reyes Juan Carlos y Sofía, el presidente del Gobierno, representantes de las altas instituciones del Estado y la cúpula militar asistieron a las exequias en la base madrileña de Paracuellos del Jarama junto a los familiares de las víctimas, que fueron incapaces de contener el llanto. Nada más llegar a la explanada principal de la base, los Reyes se acercaron a la tribuna donde estaban las familias para consolar a la viuda de Germán Pérez y a la madre de Estalyn Mera. Poco después, los féretros con sus restos mortales hicieron entrada en el recinto cubiertos por la bandera y a hombros de sus compañeros. En la cabecera de los ataúdes destacaban sobre el gualdo de la enseña española las boinas negras de la Brigada Paracaidista, la unidad de elite a la que pertenecían los dos fallecidos y que ya sufrió en junio la pérdida de otros seis integrantes en un atentado similar en Líbano. Ofició la misa el arzobispo castrense, Francisco Pérez González, desde un púlpito erigido al pie de un muro que tenía grabada la frase «Honor a los que dieron su vida por España». A su izquierda montaba guardia, impasible, un paracaidista de uniforme con una bandera de España que llevaba el escudo del Ejército impreso en el centro, sujeta a un asta que terminaba en un puñal. Otras tres banderas, dos españolas y una de Ecuador flanqueaban por la derecha al prelado. En su homilía, monseñor Pérez resaltó la «vocación» y la «vida nada fácil» que los legionarios «llevan con orgullo». «Saben a los que se exponen, y cuando llega la muerte casi la viven como un acontecimiento más en su vida», afirmó el sacerdote, que testimonió a las familias de los dos asesinados el «cariño, afecto y solidaridad» de todos los presentes en la ceremonia. Rezó, a continuación, para que la viuda y la madre de los soldados «encuentren en la fe la fuerza necesaria para superar esta gran prueba». Condecoraciones Terminada la misa, el prelado roció con una rama de romero empapada en agua bendita los dos féretros y el Rey colocó sobre ellos la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, que el Gobierno concede a los fallecidos en misiones en el exterior a consecuencia de acciones violentas provocadas por elementos hostiles. La orden del Ministerio de Defensa que ayer publicó el BOE con la concesión de condecoración permitió descubrir que el verdadero nombre del soldado ecuatoriano fallecido es Estalyn Ángelo Mera Vera. Homenaje a todos los soldados Tras la imposición de las cruces, la ceremonia desembocó en un homenaje a los soldados de todos los tiempos que dieron su vida por España, que consistió en la colocación de una corona ante los féretros y el canto del himno «La Muerte no es el final», con el que las Fuerzas Armadas despiden a sus caídos. Los paracaidistas, muy emocionados y como una piña, entonaron el Himno de Infantería, la Oración Paracaidista, con la que cada miembro de esta unidad pide ayuda a Dios en la vida y ante la muerte para ser «el mejor soldado de la patria», y recitaron una estrofa que resume el ideario de los «paracas»: «La muerte es el mejor premio para el valiente y el peor castigo para el cobarde». La ceremonia concluyó con la entrega, por parte del jefe de la Brigada Paracaidista, de las boinas y las condecoraciones a la viuda y a la madre de Germán y de Estalyn, tras lo cual la banda entonó el himno de España. Los cadáveres de los dos soldados asesinados llegaron a España en un avión de la Fuerza Aérea que había aterriza en la base madrileña de Torrejón de Ardoz a las 2:45 horas de la madrugada. El Príncipe Felipe, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, y los familiares de las víctimas esperaron, a pie de pista, el desembarco de los restos. Con ellos regresaron los heridos leves David Ospina, Oscar Bertomeo y Carlos Sotos, que junto a Carlos Arbeláez Henao -que se quedó en Afganistán- sólo sufrieron heridas leves y fueron dados de alta el martes en Herat.