Diario de León

La Ertzaintza retiene en Zarauz a varios autobuses con ultraderechistas para impedir su llegada

Los aberzales arrasan el centro de San Sebastián en contra de un acto falangista Zapatero defiende que es pronto para ver los resultados del diálogo

Los encapuchados hicieron una demostración de fuerza como no se veía en muchos años

Simpatizantes de la izquierda aberzale queman contenedores en el centro de San Sebastián

Simpatizantes de la izquierda aberzale queman contenedores en el centro de San Sebastián

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Joseba García Paula de las Heras - bilbao madrid
León

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Decenas de encapuchados sembraron el caos este viernes por la tarde en el centro de San Sebastián en protesta por la convocatoria de un acto de la ultraderecha a favor de España y del Día de la Fiesta Nacional en la capital donostiarra. Los radicales cortaron el acceso por carretera a la ciudad, arrasaron con el material urbano, cruzaron coches y autobuses, colocaron barricadas de fuego y atacaron entidades bancarias. La Ertzaintza se vio desbordada para contener las acometidas de los encapuchados que, con tácticas de guerrilla urbana, hicieron una demostración de fuerza como hacía años no se veía en las calles de Euskadi. Los violentos lanzaron a los agentes botellas con petardos en su interior, mobiliario urbano y todo tipo de objetos. Entretanto, la policía vasca retuvo en el peaje de la autopista a la altura de Zarauz, a 20 kilómetros de San Sebastián, a dos autobuses repletos de seguidores de Falange, entre quienes estaba Ricardo Sáenz de Inestrillas. Otras fuentes, en cambio, elevaron la cifra hasta ocho autobuses. Los graves incidentes comenzaron a las cuatro de la tarde, una hora antes de la concentración a favor de la unidad de España y de la españolidad del País Vasco, convocada en el centro de San Sebastián por diferentes grupos de ultraderecha. A esa hora, cientos de personas se congregaron en la zona del Bulevar, junto al Ayuntamiento, para celebrar una denominada «fiesta antifascista», convocada, entre otros, por Batasuna, Acción Nacionalista Vasca, la organización juvenil ilegalizada Segi, y el sindicato LAB. La intervención de la Ertzaintza, conminando a los concentrados a abandonar el lugar, fue respondida de forma violenta por grupos de encapuchados que se contaron por decenas y que cortaron los accesos a San Sebastián por carretera para impedir la llegada de los ultraderechistas al centro de la ciudad. Enfretamientos A partir de ese momento, se sucedieron los enfrentamientos de los simpatizantes de la izquierda aberzale con los agentes de la Ertzaintza, que tuvo que hacer uso de todo el material antidisturbios disponible para intentar restablecer el orden. En los disturbios, la policía autónoma detuvo a dos personas, aunque no se descartaba que el número de arrestos sea mayor ya que los incidentes todavía no se habían sofocado dos horas después de que hubieran comenzado. Los esfuerzos policiales no surtieron fruto alguno durante al menos dos horas. La retirada de barricadas era contestada con nuevos cortes, cruce de coches, roturas de cabinas y cristales y quema de material urbano y contenedores. Los radicales cruzaron también dos autobuses urbanos. La Ertzaintza impidió la quema de uno de ellos, pero no pudo evitar el ataque a, al menos, dos entidades bancarias, una de ellas, una sucursal del Banco Mediterráneo, sufrió serios daños materiales. Ataque de radicales La jornada de lucha convocada por la izquierda aberzale y el sindicato LAB para denunciar el encarcelamiento de gran parte de los miembros de la Mesa Nacional de Batasuna derivó en nuevos actos de violencia callejera durante esta madrugada en las localidades vizcaínas de Durango y Bilbao. Durango fue el municipio que soportó los principales actos de «kale borroka». A la una y media de la madrugada, un grupo de encapuchados cruzó contenedores en la parte vieja y les prendió fuego. A continuación, y en una rápida acción, arrojaron artefactos de fabricación casera contra sucursales de la BBK, Ipar Kutxa, Banco Santander, Bankoa y Baskonia. «Nos falta perspectiva para ver los efectos del tiempo de diálogo». José Luis Rodríguez Zapatero defendió ayer, durante una conversación con los periodistas en la recepción ofrecida por los Reyes con motivo del 12 de octubre, que aún es pronto para decir si su apuesta por un final dialogado del terrorismo de ETA tuvo alguna consecuencia positiva. Fuentes del Gobierno sostienen que la tregua, y su posterior ruptura, provocaron una división interna en el entorno de la banda y en su colectivo de presos, que provocará un debilitamiento de su apoyo social. Pero el jefe del Ejecutivo alegó que la «prudencia» le obliga a no hacer ahora una «evaluación» al respecto. Lo que sí rechazó Zapatero es la comparación entre la ofensiva emprendida ahora por la organización terrorista y la escalada de violencia que siguió a la tregua de 1998, cuando José María Aznar estaba al frente del Gobierno. «Cada momento -sostuvo- es diferente en la larga lucha de la democracia contra el terrorismo>. Amagó pero no concretó. Es decir, renunció a explicar por qué los tres últimos años no han sido una pérdida de tiempo en la batalla frente a ETA, como sostiene el primer partido de la oposición, convencido de que la banda ha salido reforzada de la experiencia. Ahora no es el momento de hacer público ese análisis sino el de insistir en que el Estado democrático «está fuerte» para afrontar lo que venga y el de advertir a los terroristas de que, enterrado el diálogo, «la única etapa que cabe es el abandono de las armas». El PSOE se opone aún así, como reclama el PP, a revocar la resolución del Congreso que, en el 2005, autorizó al Ejecutivo a entablar negociaciones con ETA si demostraba una «voluntad inequívoca» de renuncia a la violencia. «No aporta nada y es sólo un intento del PP de abrir un debate o discusión en lo que estamos de acuerdo», argumentó. Certidumbres Mariano Rajoy, sin embargo, no cree que el acuerdo sea tan evidente. En su encuentro informal con los medios, también en el Palacio Real, asumió que «todo el mundo» sabe lo que piensa sobre ésta y otras cuestiones, pero no lo que pasa por la cabeza del presidente del Gobierno. «Mis dos grandes discrepancias en esta legislatura han estado centradas en su decisión de negociar con ETA y en la de abrir un melón con las reformas territoriales que no se sabe adónde nos puede llevar; la pregunta ahora es: ¿para qué valió todo eso?», preguntó. El líder de la oposición aseguró que hay otras cosas, como la ley de dependencia o los presupuestos para Defensa, en las que el PP no ha tenido ni el más mínimo inconveniente en apoyar al Gobierno. Pero insistió en que con Zapatero al frente del Gobierno a España le faltan dos cosas: «certidumbres y rumbo». Los populares subrayan que también fue gracias a su apoyo, y no al de los nacionalistas, como se puso freno al plan Ibarretxe en el Congreso.

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