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Maridaje racial

Chistes, canciones tradicionales búlgaras y rumanas y siesta amenizan la jornada de ocho horas en la vendimia de Los Oteros, copada por ciudadanos de países del Este, como Romeo y Julieta

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M. Romero - tierra de león
León

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Se ganan la vida como pueden, «pero siempre legalmente», advierte Emilio Iulaianov Mantcev, uno de los muchos búlgaros y rumanos que estos días trabaja en la vendimia de la comarca vitivinícola Tierra de León. Como todos sus compañeros de labor, ha reservado las vacaciones de su empleo habitual para que coincidan con la recogida de la uva, lo que le aporta un dinero extra que puede rondar los 500 euros en sólo unos pocos días. En la tierra donde trabaja, cerca de Matadeón, hay otros 14 trabajadores, todos de origen búlgaro. Es la una tarde y las fuerzas empiezan a flaquear. La llegada de los periodistas arremolina al grupo. Inicialmente piensan que se trata de inspectores, puesto que ya se ha corrido la voz de los controles que se están haciendo en los pueblos del entorno. «Aquí todos con papeles, todos con papeles», repite el más joven, un estudiante de 16 años que ha retrasado el inicio del curso escolar para echar una mano a toda su familia, que se encuentra trabajando en la misma viña por seis euros la hora durante ocho horas diarias. «La vida es una vuelta» Romeo Atanasov es ganadero en Villalpando (Zamora). Maneja máquinas y tractores, pero también ha cogido unos días de descanso para la vendimia. Su mujer está empleada como limpiadora, por las mañanas, y cuidando un anciano, por las tardes. «La vida es una vuelta», filosofa. Le parece un dinero fácil por un trabajo que «no es duro para nada». Siempre hay alguno que cuenta un chiste. Las mujeres se decantan por las canciones tradicionales, mientras que los más jóvenes prefieren poner la radio. Así transcurre la jornada de ocho horas que empieza a las nueve de la mañana y acaba a las seis. Al finalizar, algunos tienen que viajar hasta poblaciones como Cigales o Mayorga para regresar a sus casas. «No es tan duro, pero acaba doliendo la espalda», detalla Romeo. Con el jefe, mano a mano Julieta se encuentra unos pocos kilómetros más al Este, en Pajares de los Oteros. Allí, un segundo grupo de trabajadores apura los últimos minutos antes de parar para comer. Julieta, como Georgi, Christina o Albena, trabajan para un empresario que vendimia con ellos mano a mano. La falta de mano de obra local -paradójicamente hay 11.000 españoles en la vendimia de Francia de este año- ha estimulado un mercado laboral donde los extranjeros copan la mayor parte de las explotaciones, desde Tierra de León hasta la comarca del Bierzo. El método es fácil. Lo que funciona en estos casos es el boca a boca. «Aquí todos somos familia o amigos. Es como una gran familia búlgara», bromea uno de los trabajadores. Sólo un núcleo familiar ha sido capaz de convocar a quince personas para un trabajo que durará unos quince días. «A mí me llamó un primo de Valladolid, que le había avisado otro amigo de Mayorga», recuerda Romeo, que lleva tres años participando en la vendimia. El responsable de unos viñedos en Pajares cuenta que «siempre se dice que la cosecha del año es la peor, pero lo cierto es que este año será como el año pasado», aventura. «Aunque se esperaba menos, la uva está más completa porque ha tenido una maduración más lenta», explica.

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