España, entre los países más baratos de Europa, a pesar de todo

Europa es el continente más pequeño, rico y, de forma paradójica, dependiente de recursos energéticos ajenos. Ni siquiera Inglaterra llega al autoabastecimiento con los pozos de petroleo del Mar del Norte y, en cuanto a Francia, lo más próximo al autoconsumo doméstico es la electricidad de las centrales nucleares, parte de la cual se exporta también a España, que depende básicamente del gas argelino y de las importaciones petrolíferas de Oriente Medio. Todos los estados europeos se aplican concienzudamente a gravar con impuestos y tasas especiales los precios de los carburantes, tanto los de automoción como los de usos industriales o domésticos, de forma que el precio final de la energía resulta ser, como mínimo, entre un tercio y el doble de los productos importados, incluidos los costes de refino. España, a pesar de todo, es el sexto país europeo con la gasolina más barata, sólo por encima de pequeños estados como los bálticos, Chipre o Eslovenia. En el gasóleo de calefacciones, sin embargo, superamos en precios finales incluso a los países más rícos y de clima más friolero, como Alemania, Inglaterra, Bélgica, Estonia, Letonia y Lituania. La carga fiscal en el caso español es de aproximadamente el 35%, con IVA De cara a un nuevo y eventual encarecimiento de los precios, más que probable, ningún gobierno se plantea rebajar los impuestos a modo de compensación para los usuarios.