Comisarías para la tercera edad
La fachada de las dependencias es lo único posmoderno de los edificios policiales que se están construyendo o remodelando. La risa va por dentro, según los propios responsables sindicales
Las comisarías leonesas son de las más envejecidas de España. También de las más tranquilas. E igualmente la provincia era, al menos hasta hace poco, una de las primeras canteras para la academia del Cuerpo, pero los jóvenes recién titulados tienen como primer, segundo o enésimo destino cualquier lugar de España menos su tierra de origen: Madrid, Euskadi, o una grande o mediana ciudad del arco mediterráneo. El único lugar donde escasean recientemente los destinos es Cataluña, cuya Generalitat prefiere dejar el menor hueco posible a las fuerzas de seguridad del Estado. Y lo ha conseguido. La fachada de la Comisaría de León capital y su interior, con luces, pasillos y escaleras sobre los que los propios funcionarios ironizan como un edificio «tecno-pop», lo mismo que las remodelaciones hechas en la de Astorga y el proyecto para la que se va a abrir próximamente en San Andrés del Rabanedo, contrastan con la edad media de los policías de a pie, la mitad de los cuales está, de hecho, en la raya de la jubilación. Según Francisco Álvarez, subdelegado del Gobierno, el problema de las comisarías de su demarcación son, precisamente y en palabras textuales, «las jubilaciones en masa», a un ritmo de veinticinco al año, cuyas plazas se estar parcheando este año con policías en prácticas. Pero en la calle tienen una operatividad limitada, porque todavía no pueden actuar como agentes de la autoridad. Cualquier ciudadano se sorprendería de la edad de los agentes que deben proteger en teoría sus vidas, viviendas y demás propiedades, teniendo en cuenta que con 52 años de media, lo dudoso es que puedan protegerse ellos sólos. O encañonar con la pistola a un delicuente de cerca o de lejos, a poco que precisen gafas. De lo de correr a policías y ladrones, dejados los juegos infantiles, mejor también que no hagan ningún simulacro. Según los sindicatos policiales, todas las reivindicaciones para rejuvenecer las plantillas que se remiten a Madrid acaban estrellándose contra la burocracia del ministerio del Interior, que luego las devuelve periódicamente en forma de promesas electorales o, de vez en cuando, de maquetas de comisarías con mucha fachada. En los coches patrulla, mientras tanto, porque casi el cien por cien de los agentes trabajan la calle, no pocos padecen de lumbago. Como para echar a correr. La antigüedad de la mayoría de los agentes supera ampliamente a la de las comisarías donde prestan servicio El problema no puede resolverse en León: es una bola de nieve que engorda en despachos que deciden en Madrid