El macabro hallazgo tuvo lugar el miércoles en el límite de la zona exclusiva de Cabo Verde
Mueren por falta de agua 52 inmigrantes que iban en un cayuco
La barca localizada por el pesquero «Tiburón III» estaba a la deriva desde hace varios días «E
El pesquero gallego Tiburón III encontró el miércoles a 300 millas (unos 550 kilómetros) de las costas de Senegal y de Mauritania un cayuco que llevaba veinte días a la deriva. A bordo quedaban un solo superviviente -el patrón senegalés de la embarcación- y siete cadáveres: los cuerpos de los últimos inmigrantes en morir, de un total de 53 que habían iniciado la travesía hacia Canarias. El resto habrían sido arrojados por la borda a medida que fueron falleciendo. El macabro hallazgo tuvo lugar en el límite de la zona económica exclusiva de Cabo Verde, donde el Tiburón III se encontraba faenando. La tripulación del palangrero, un buque de 30 metros de eslora, se hizo cargo del náufrago y de los siete inmigrantes muertos que rescató del cayuco, una nave de poliéster de 12 metros. El Tiburón III dio aviso a las autoridades españolas, que indicaron al patrón del pesquero, José María Abreu, que aguardase la llegada del barco hospital Esperanza del Mar, que se encontraba próximo a la zona. Sobre las tres de la tarde de ayer (hora española) recogió al superviviente y los cadáveres, según explicó el oficial de guardia del Esperanza del Mar a este periódico. Error fatal De acuerdo con el relato del patrón del cayuco, los inmigrantes zarparon hace un mes de la costa mauritana y descartaron poner rumbo norte, directo a Canarias con la clásica travesía de cabotaje por la costa del Sáhara Occidental para luego separarse del litoral a fin de ganar las costas de Gran Canaria o Tenerife. Su obsesión era evitar ser detectados por las patrulleras hispano-mauritanas que vigilan las costas africanas dentro del programa Frontex de la Unión Europea contra la inmigración ilegal. Ese fue su error fatal: la barca puso proa al suroeste, al corazón del Atlántico, sin calcular que para esa travesía se necesitaba más del doble de combustible y de tiempo para llegar al archipiélago español. Tras una semana de viaje, el motor se quedó sin gasolina. Horas después faltaba también la comida y, sobre todo, el agua. Los jóvenes africanos fueron muriendo de sed, abrasados por el sol casi ecuatorial de esa parte del Atlántico. Rumbo a Las Palmas y a Vigo. Mientras el buque hospital español Esperanza del Mar puso rumbo hacia el puerto de Las Palmas para proceder al desembarco del superviviente y de los cuerpos de los inmigrantes fallecidos, el palangrero guardés ha decidido abandonar la marea y dirigirse al puerto de Vigo, al que prevé arribar el día 2 o 3 de noviembre, según explicó el patrón de la nave. El inmigrante superviviente explicó que, según fallecían los inmigrantes, sus compañeros de viajes tiraban los cuerpos por la borda. El tripulante pudo ver cómo uno a uno los viajeros fallecían porque a él, dado que era el único que tenía conocimientos náuticos, le habían reservado las últimas raciones de agua.