Diario de León

«Aquí va a pasar como en el Carmel»

Los vecinos del barrio barcelonés en el que se ha producido un socavón en las obras del AVE temen por sus viviendas, en las que comienzan a aparecer las grietas

Tino Moreno comprueba junto a sus hijos la evolución de una grieta

Tino Moreno comprueba junto a sus hijos la evolución de una grieta

Publicado por
Esther Taboada - corresponsal
León

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«Hay mucho miedo en el barrio por las grietas, está la psicosis del Carmel», expresa con cara de preocupación Ramona Núñez. Dueña del bar Apeadero, su negocio y vivienda están a escasos metros de donde se produjo un socavón el pasado viernes debido a las obras del AVE en Barcelona. «Esto era una playa antiguamente y por aquí pasaban regueros. Los técnicos ya lo debían saber. Además, los bloques están muy pegados a las obras», denuncia Ramona mientras en el bar todos los clientes fijan la vista en una televisión que emite imágenes de lo que está pasando a pocos metros. «Todos estos pisos se pueden ir abajo», comenta susurrando un anciano que se está acabando su café. La preocupación es, sin duda, la expresión que se ve en la cara de los vecinos del barrio del Gornal, en Hospitalet, donde edificios de protección oficial con más de tres décadas se erigen frágiles al costado de las obras del AVE. Debido a los trabajos, que comenzaron hace algo más de año y medio, por lo menos 15 pisos ya se han visto afectados por grietas de importancia, según fuentes municipales. Desde hace unas semanas y, sobre todo, después de producirse el primer socavón que cortó el servicio de trenes de Cercanías, muchos vecinos denuncian que éstas han crecido. «Hace tres semanas en esta grieta yo podía meter un mechero, ahora ya casi me cabe una mano», dice Tino Moreno Carmona mientras señala una de las grietas de mayores dimensiones. Él lleva todos los días a sus dos hijos a jugar a un parque pegado a este edificio de la avenida Vilanova y ha ido viendo la evolución de los desperfectos. Quien sí vive en uno de los pisos afectados es Amparo Pubill, que también enseña una raja de menores dimensiones, pero no menos preocupante, en la entrada de su vivienda. «Cuando están trabajando se mueve mucho el piso, como si fuese un terremoto», confiesa Amparo. Sin tranquilidad Francisco Roldán vive con su madre en el primer bloque de los edificios de protección oficial del Gornal, la viva imagen de un barrio obrero compuesto por gente muy humilde y donde gitanos conviven sin problemas con otros vecinos provenientes de toda la geografía española. Desde su balcón observa todos los días el trajín de las obras. Pero hace unas cuantos meses ya no está tranquilo cuando se sienta entre sus plantas bien cuidadas a observar cómo las grúas y operarios trabajan día y noche. Una grieta de considerables dimensiones asoma amenazadora en una esquina de su balcón. «Con todo esto se va a caer hasta el balcón», se queja. Añade que se levanta todos los días a las cuatro de mañana y oye los ruidos de las máquinas, «aquí no hay quien duerma», apostilla.

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