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m.r. | redacción
León

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Han pasado 16 años desde que unos Presupuestos Generales del Estado fuesen enmendados para reivindicar la todavía inexistente autovía entre León y Valladolid. Fueron los senadores del Partido Popular de Castilla y León los que solicitaron a principios de diciembre de 1991 un estudio para construir esta vía de alta capacidad, junto a la que uniría León y Burgos. El empeño personal del entonces presidente de la Junta de Castilla y León, Juan José Lucas, priorizó ésta última autovía, ejecutada gracias a que la Administración autonómica pagó la mitad de un proyecto en realidad competencia principal del Estado. Desde entonces, unos y otros gobiernos han dejado sus planes para la León-Valladolid en el cajón. 1991: En la prensa Desde que los senadores «populares» reivindicaron por primera vez la autovía entre León y Valladolid, el asunto empezó a ocupar las primeras páginas de los periódicos. Ese mismo año, en la sección de anuncios por palabras, se vendían 30.000 metros cuadrados «frente a la autovía» para uso residencial de chalés en construcción. 1996: Tras el apagón informativo El entonces alcalde de León, Mario Amilivia, considera imprescindible la construcción de la León-Valladolid, pero siempre que antes se hagan las de Benavente, Burgos y Astorga. Ésas son las prioridades en aquel momento. Pese a la notoriedad que alcanzó la autovía a principios de los años 90 se produce un apagón informativo respecto a este proyecto, que resurge a partir de ahora. 1996: León y Valladolid se unen Los alcaldes de ambas capitales se unen para exigir la autovía. Primero de manera informal y después, oficial. El entonces delegado del Gobierno, Isaías García Monge, medió ante el Gobierno y pidió el desdoblamiento de los últimos 134 kilómetros de la N-601, lo que supondría tener una vía de alta capacidad entre León y Valladolid. 1997: La Junta pide «el primer paso» El que fuera vicepresidente de la Junta de Castilla y León en aquel momento, Jesús Merino, introdujo la autovía en su paquete de reivindicaciones al Gobierno, a quien llegó a pedir «los primeros pasos» para que una autovía que se veía muy lejana se convirtiese en una realidad. Merino fue quien desveló que la León-Valladolid no había sido incluida en el Plan Director de Infraestructuras del Estado. 1998: Nuevas enmiendas a los PGE La Consejería de Fomento de Castilla y León, en un amplio paquete de enmiedas ?63 en total?, introdujo la autovía León-Valladolid para que los Presupuestos Generales del Estado incluyeran alguna partida para su inicio. 1999: Los ayuntamientos se cansan y piden Los gobiernos municipales, tanto de León como de Valladolid, inician una lucha sin tregua. Son muchos los ayuntamientos, caso del de León o el de Mansilla de las Mulas, que solicitan, con la unanimidad de todos los grupos políticos, la construcción de la autovía. 2000-2007: Ni un sólo euro consignado hasta el 2005 En la primavera del año 2000, el presidente del Gobierno, José María Aznar, anuncia la construcción de la autovía, formalmente presentada por Álvarez Cascos ante la Comisión de Infraestructuras del Senado el 21 de septiembre de ese mismo año. Pero jamás hubo una aprobación posterior por parte del consejo de ministros ni del pleno de ninguna de las cámaras de las Cortes Generales. Se proyectaba, en ese documento, el desdoblamiento de 130 kilómetros entre ambas capitales con un presupuesto de 30.000 millones de pesetas. El 19 de diciembre del 2001 se declararon de urgencia la expropiaciones y tres años más tarde se adjudica la redacción del estudio informativo entre León y Santas Martas. Entre el 2002 y el 2004 no aparece consignación alguna para el tramo leonés de la autovía, a pesar de que políticamente se estaba rentabilizando la prometida construcción. Y en Valladolid se consignaron a nivel presupuestario 180.300 euros en el año 2002, 10.300 en el 2003 y 100.000 en el 2004. Las primeras partidas presupuestarias llegaron para León en el 2005. Tras los correspondientes informes de impacto y otros estudios previos, las obras se han iniciado en Valladolid hace escasos días, aunque los plazos previstos serán difíciles de cumplir.