Triunfo de lo normal

COMO si de un estreno se tratase, la sentencia ha sido presentada en sociedad, con anuncio y previo trailer y con más presencia de medios de comunicación que si se retransmitiese un acontecimiento deportivo. Además de los hechos enjuiciados, habían ido surgiendo alrededor diversas tomas de postura que sembraron la discordia y dividieron a los ciudadanos en dos bandos: el de la tesis de que ETA estaba detrás y el que se sostenía que se trataba de extremistas islámicos, auspiciados por nuestra participación en la guerra de Irak. A partir de ahí, todo cupo. Pues bien, la sentencia viene a poner en su sitio la razón y lo razonable. El juez Del Olmo instruyó bien y la fiscalía acusó con acierto. En el proceso se investigó con rapidez. Todo ello nos devuelve la credibilidad en la Justicia, tantas veces vituperada. Las increíbles e interesadas tesis de la conspiración nos habían devuelto a tiempos del franquismo, en que detrás de todo hacían aparecer a la masonería y al comunismo. Hoy la sentencia ha dejado las cosas claras, y lo claro no es más que las cosas son como son. Tiene la virtud de responder a lo esperado, y dentro de lo esperado está la absolución de Mohamed El Egipcio, por falta de pruebas.