Diario de León

La falta de precipitación reduce el caudal de agua a los mínimos de verano

Publicado por
L. Urdiales - redacción
León

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Los pantanos leoneses reflejan en los niveles de agua embalsada la falta de precipitación, extrema en las áreas de montaña de la provincia. Otoño pobre en lluvias y pírrico en cauces fluviales. La entrada de agua a las presas de cabecera del Esla, Porma y Luna se queda en los niveles más bajos sobre los que existe constancia. La presa de los Barrios de Luna no reciben más de 1,5 metros cúbicos por segundo, casi en la misma línea de retroceso que se aprecia en el alto Porma (1,9 metros cúbicos por segundo, según los datos ofrecidos ayer mismo por la CHD), menos apurado que los datos referidos a la entrada de agua en Riaño; un metro cúbico por segundo, un dato casi testimonial ante la capacidad de almacenaje que presenta el embalse de la montaña oriental leonesa, el más grande de cuantos gestiona la confederación que administra los recursos hídricos de los ríos que vierten al Duero. Sólo en los estíos complicados se observa una rebaja similar. Un repaso a los datos inmediatos acumulados en torno a los pantanos leoneses aclara la situación de precariedad de los cauces de los ríos leoneses en sus tramos más próximos a las fuentes fluviales. En abril, la recepción de agua de Riaño llegaba a 40 metros cúbicos por segundo; en el Porma, 20 y en el Luna 19. Si se compara con un periodo similar, la abundancia también resulta incuestionable: en noviembre del 2008 corrían por los cauces de montaña 16 metros cúbicos por segundo hacia el embalse del Luna, 10 en el Porma y 16 en Riaño. Los datos de épocas más boyantes no dejan de acentuar la situación crítica: los 55 metros cúbicos que llegó a recibir Riaño el pasado mes de diciembre, los treinta del Porma o los 40 en el Luna. En una situación meteorológica opuesta a la del otoño pasado, la escasez de precipitaciones y sin que se advierta a corto y medio plazo una previsión de giro meteorológico, las reservas de agua de los pantanos de León quedan a expensas de un invierno prolijo en nevadas que corrija la tendencia de escasez de reservas que tiene un precedente bien próximo: el verano del 2006 pagaron las consecuencias miles de agricultores leoneses, obligados a reprogramar sus cultivos.

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