Su mandato como presidente del Congreso ha estado marcado por los choques con su partido y el PP | Perfil | Manuel Marín |
Marín deja la política para dedicarse a la lucha contra el cambio climático Un «quijote» tristón
Cuando Zapatero ofreció a Bono la presidencia de la Cámara, dio a entender que se iría
El presidente del Congreso de los Diputados, el socialista Manuel Marín, anunció este jueves en Ciudad Real, su ciudad natal, que abandona la política y, por tanto, no se presentará a las próximas elecciones de marzo. «Se me han pasado las ganas», comentó Marín en tono sereno y con gesto serio, y anunció que su intención a partir del próximo año será dedicarse a la investigación sobre el cambio climático. Dejará atrás un mandato de cuatro años desarrollado en circunstancias muy difíciles por el choque sin concesiones entre PSOE y PP en esta legislatura. «Hay una expresión andaluza muy bonita: se me ha pasado el tempero y se me ha pasado el tempero de estar en la primera línea», subrayó Marín, de 58 años, que de esta forma ponía fin a un cuarto de siglo en la política después de haber sido elegido diputado por la provincia de Ciudad Real en cinco legislaturas. El todavía presidente del Congreso comunicó con antelación su decisión al Rey y al presidente del Gobierno. Marín, acompañado por el secretario general del PSOE provincial, Nemesio de Lara, explicó que «cuando tienes que meterte en un puesto de gran gestión lo tienes que aceptar teniendo muchas ganas de hacerlo; yo en poco tiempo voy a atravesar la frontera mítica de los 60 años y entonces hay que plantearse entrar en el terreno de la sabiduría», añadió este licenciado en Derecho y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Se mostró orgulloso de haber intentado ser un «presidente independiente» al frente de la cámara baja en la última legislatura, algo, precisó, «que ha sido muy difícil y en algunas ocasiones insoportable». En este sentido, expresó su deseo de que la nueva legislatura sea «más tranquila, pacífica y creativa». Marín también quiso dar una pincelada poética a su despedida y señaló que «en la vida hay momentos en que, después de consultar los signos astrales y tu signo del zodiaco, llegas a la conclusión de que la estrella polar te marca el camino de la retirada, y es el caso». «Creo que mi estrella polar me marca ya el camino de mi retirada y es lo que voy a hacer de una manera tranquila, ordenada, agradecida y sin hacer reproches de ningún tipo», concluyó. Bono La decisión de máxima autoridad del Congreso se produce después de que en los últimos meses se haya especulado con la posibilidad de que el ex ministro y ex presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, encabezara la candidatura del PSOE por Toledo para ser el nuevo presidente del Congreso en el caso de que los socialistas volviesen a vencer en las elecciones de marzo. La realidad, sin embargo, es que Marín, mucho antes de que se conociera que Bono iba a presentarse a las elecciones, comunicó a sus más allegados su resolución de no volver a ser diputado y, en consecuencia, no renovar mandato al frente del Congreso. El paso dado tampoco tiene que ver con los rumores, al parecer bastante fundados, de que el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, encabezará la candidatura socialista por Ciudad Real, lo que relegaría a Marín al segundo puesto, o incluso el tercero por detrás de Clementina Díez de Valdeón, diputada socialista y esposa del presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. La gestión de Marín quedará marcada por la modernización del Congreso con la generalización de los medios informáticos y la ampliación de la sede legislativa a un cuarto edificio. Tampoco será fácil de olvidar sus encontronazos en el primer tramo de la legislatura con el entonces portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, ni los que mantuvo a lo largo de estos cuatro años con los diputados de Esquerra Republicana, empeñados en dirigirse al Congreso en catalán y por lo que mantuvieron numerosas escaramuzas verbales con Marín. Como un Don Quijote contemporáneo, Manuel Marín ha dado por concluida su etapa de caballero andante en las andanzas parlamentarias -leones incluidos- para buscar nuevas aventuras más allá del proceloso territorio de la política, esta vez contra los gigantes que amenazan el cambio climático. Cuenta Cervantes cómo Don Quijote decidió hacerse llamar el «Caballero de los Leones» tras la aventura del mismo título. El sobrenombre bien podría aplicarse al presidente del Congreso, no sólo por los dos formidables felinos que custodian la entrada del Palacio de las Cortes, sino por las muchas batallas que ha librado en su interior. Manchego como Alonso Quijano, su inflexibilidad en la aplicación del Reglamento de la Cámara y su empeño por conseguir que los debates discurrieran por los cauces de la cortesía parlamentaria le han causado muchos problemas, si bien al mismo tiempo han reforzado, fuera del hemiciclo, una magnífica imagen ante los ciudadanos. En una legislatura particularmente crispada, Marín ha intentado salvaguardar a toda costa su independencia, y por eso no ha dudado en retirar la palabra a quien consideraba que no tenía derecho a ella, fuera ministro, portavoz o incluso jefe del Gobierno. Tal vez haya sido con el diputado del PP Vicente Martínez Pujalte con quien ha experimentado los mayores sinsabores por su capacidad para hacerle perder la paciencia. De hecho, un 11 de mayo del 2006, a la hora de comer, Marín le concedió el dudoso honor de convertirle en el primer diputado expulsado en la historia de la democracia en una bronca sin precedentes. Con Joan Tardá, de ERC, también ha tenido sonoros encontronazos públicos por su insistencia en utilizar el catalán desde la tribuna como gesto reivindicativo para que se reconociera el uso de esta lengua en la Cámara Baja.