Diario de León

MIGUEL CORDERO DEL CAMPILLO | 83 AÑOS, CATEDRÁTICO EMÉRIITO DE LA ULE

«Me jubilaron por lo penal a los 65, pero vengo cada día»

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a. g. | león
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Miguel Cordero del Campillo, a sus 83 años, se sube cada mañana a las ocho al autobús rumbo al campus de Vegazana. Regresa, tranquilo, al mediodía para pasear con su mujer y por la tarde casi siempre repite el recorrido. El suyo es un ejemplo de jubilación activa, pero también de la gran oportunidad que puede suponer para una persona mayor conservar el despacho en el departamento de Parasitología de la Facultad de Veterinaria. Es catedrático emérito, pero la relación contractual con la universidad concluyó cuando cumplió los 75 años, hace ocho largos o cortos años, según se mire. «Si me quitaran esto me mutilarían», admite mientras cuenta que «me jubilaron a los 65 años por lo penal». Poco tiempo después la jubilación del profesorado de la universidad se amplió a los 70 años, como le habían pronosticado: «Cuando le toque a Fulano, ya verás como la suben a 70. Y así ocurrió». Mientras prepara una ponencia para el congreso de historia de la veterinaria que se celebra en Santiago de Compostela, Cordero del Campillo repasa los libros que ha tenido que leer para matizar sus investigacines sobre las enfermedades en el Camino de Santiago. «Me lo he pasado muy bien», admite en un tono siempre jovial. Para él, la jubilación, como su propio nombre indica, apostilla, «es júbilo, no es morirse como se creen algunos o empezar a hacer cosas de chicos». Tiene ocho nietos y disfruta especialmente de la alegría de los más pequeños. Se siente bien tratado por la sociedad, sin «el complejo de quejido de la península», porque es de los que piensan que «la mitad de los problemas nos los creamos». Y no es que sea un «loco optimista, soy bastante austero». Todavía da alguna clase y es solicitado para aparecer en las orlas. Admira y agradece el contacto con la juventud al mantenerse en la universidad. «Hay mucho pendejo porque hay mucho dinero y muchas tentaciones que nosotros no teníamos, pero hay gente muy trabajadora y con mucho entusiasmo entre los becarios y ayudantes. El trabajo de los mayores es razonable pero no entusiasta».

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