A LOS POCOS DÍAS DE DEJAR LA CASA DE ACOGIDA DE ISADORA DUNCAN EN LEÓN DIEZ AÑOS DESPUÉS DE SALIR DE LA CASA DE ACOGIDA SIMONE DE BEAUVOIR EN LEÓN
«Me prohibía trabajar, ahora aprendo a conducir autobuses»
« Desde el momento en que me dijeron que estaba seleccionada para hacer un curso de conductora de autobús mis expectativas dieron un giro...», relata Ainhoa. Fue por el mes de junio y habían pasado dos meses desde que salió de su casa a punta de navaja. «Nos echó a los niños y a mí para vivir con otra mujer...» No fue un hecho aislado. Ainhoa tenía prohibido trabajar, tenía la obligación de esperar en casa a su marido, aguantar sus infidelidades o esperar, sin fecha a fija, a que él regresara de sus frecuentes «escapadas» y además soportar que se metiera con ella, «me llamaba tonta y me decía que no valía para nada. Ahora me estoy encontrando a mi misma, nunca me habían dejado ser la persona que yo quería. Llegué a sacar el carné de camión en un curso, pero no me dejaba trabajar. Me quería tener controlada permanentemente». Le intentó dejar dos veces, pero «me convencía para que le perdonara...» Pensaba que con los tres niños y sin el sueldo de su marido no podría salir adelante. «Pero estaba engañada, ahora tengo más cosas. Sí, me daba el sueldo, pero se gastaba todo lo que tenía y lo que no y luego yo tenía que dar la cara por él». Ahora le quedan muy pocos días para dejar la casa de acogida de Isadora Duncan en León, donde vive desde abril. Tiene muy claras algunas cosas. «Animo a todas las mujeres que tienen miedo a dar el paso para que lo hagan, merece la pena». Y advierte: «Que no se dejen convencer. Por mucho que prometan, no van a cambiar». Ainhoa cambiará de residencia por tercera vez en casi medio año para hacer un segundo curso de conductora que, de lograr superar, le abrirá las puertas a un trabajo estable. «Fue una prueba muy dura, así que cuando me llamaron hace díez días me dio una gran alegría», afirma. «Tengo muchas ganas y me siento con fuerzas. Ahora sé que no hay nada imposible», añade. «Venía muy baja, pensé Su madre, que también se desplazará, le ayudará en los primeros meses. «Mi familia está muy contenta, lo estaban esperando desde hace tiempo, pero es algo a lo que una tiene que estar decidida. No vale que te digan». Primero encontró refugio en casa de su familia política. Pero él no la dejaba en paz: «Me seguía y me molestaba. Un día que estaba en los servicios sociales pidiendo ayuda se puso a aporrear la puerta.. Llamamos a la Guardia Civil. Yo no quería poner denuncia, pero me aconsejaron que era lo mejor, porque si se daba esta situación en casa ellos no podrían entrar a protegerme... Así que me decidí. Pasamos la noche escondidos en el pueblo, a la mañana siguiente se celebró el juicio rápido y entramos en el piso de emergencia...» Semanas después ingresó en la casa de acogida de la Asociación-Fundación Isadora Duncan. «Es injusto haber tenido que marchar sobre todo por los niños. Dejar mi casa, mi familia... pero es un pueblo pequeño y me lo iba a encontrar a todas horas. Él no iba a cumplir la orden de alejamiento». Salir de cena con los compañeros y compañeras del curso, entrar y salir de la casa sin miedo al control o tomar un café con una amiga son algunas de las pequeñas cosas que para ella suponen «grandes logros». Las cosas han cambiado mucho desde que llegó a León: «Venía muy baja, pensaba que ué iba a ser de mí y de mis hijos, aquí sola, lejos de mi familia... Me daba miedo que no saliera bien la convivencia en el piso». Pero enseguida empezaron a hacer efecto las medidas de apoyo. Primero las quince sesiones con el programa de apoyo psicológico de la Junta -«no necesité más»- y luego inscribirse en el paro. «Me llamaron para un curso de formación de conducción de autobús y pasé la selección. En ese momento, mis expectativas cambiaron mucho...», relata Ainhoa. También precisó apoyo para ayudar a que sus hijos dejaran de reproducir las conductas aprendidas del padre, que «no viene a visitarlos ni les llama». Y ha aprendido algo esencial: «Antes pensaba que primero eran ellos y luego yo; ahora sé que, para atenderles bien, primero tengo que estar yo bien». «Animo a todas las mujeres que tengan miedo a que tomen la decisión. Al principio es duro, pero luego merece la pena»