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| Análisis | El fracaso |

La unidad que casi nadie creyó

Publicado por
Enrique Clemente - redacción
León

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Apenas cinco minutos de duración, sólo unos 5.000 asistentes y división ciudadana. La concentración contra ETA convocada por todos los partidos, los sindicatos y la patronal terminó, en ese sentido, en un estrepitoso fracaso. Lo mejor fue, sin duda, que el PSOE y el PP salieron por fin juntos a la calle para expresar su repulsa a la banda asesina. De eso a que exista unidad dista un abismo. ¿A qué se debió el fiasco? Varios factores contribuyeron decisivamente. El fundamental es que muchos ciudadanos no se creen, por lo menos de momento, la unidad PSOE-PP, como quedó demostrado por los enfrentamientos verbales entre partidarios y detractores de Zapatero en la misma concentración. La presunta unidad es tan precaria que ayer Eduardo Zaplana dio dos semanas al Gobierno para «rectificar» su política antiterrorista. Por su parte, Mariano Rajoy repite una y otra vez que hay que ilegalizar a ANV y al PCTV y retirar la resolución del Congreso que permite dialogar con ETA. Ayer mismo insistió en que había sido un grave error negociar con la banda. Pero hay otras razones, como la ausencia del presidente del Gobierno. Es cierto que nunca ha participado en ninguna manifestación desde que fue nombrado y que el concurso de un jefe del Ejecutivo en este tipo de actos debe ser excepcional. Son argumentos a tener en cuenta. Pero esta ocasión era especial, ya que marcaba el inicio de la recuperación de la unidad entre los dos grandes partidos, separados frontalmente durante toda la legislatura. Muchos ciudadanos percibieron que si Zapatero no consideraba necesario acudir ni tampoco ninguno de los dos vicepresidentes y solo lo hizo el ministro Caldera era porque no se le daba importancia. Otros dedujeron que el presidente tenía miedo a recibir nuevos abucheos. Los más críticos vieron ahí la confirmación de que Zapatero no quiere «la derrota de ETA», como decía el lema de la concentración. Luego hay una razón puramente técnica: la concentración estuvo muy mal organizada, se convocó para las siete de la tarde de un día laborable y duró tan poco que algunos rezagados llegaron cuando ya había terminado y, lo que es peor, ninguno de los convocantes movilizó a sus bases para que acudieran en masa. Es una incógnita saber por qué no lo hicieron. Es como si nadie estuviera interesado en que tuviera éxito. Ni el Gobierno ni el PSOE ni el PP se responsabilizaron ni jugaron a fondo sus cartas. Esto enlaza con el siguiente argumento. Desde las grandes movilizaciones contra el PP por el Prestige o la guerra de Irak, pasando por la marchas multitudinarias convocadas por la AVT y el PP contra la política antiterrorista del Gobierno se ha comprobado que lo que de verdad moviliza es manifestarse contra el adversario político. Claro está que hay excepciones en casos singulares. Otro motivo del fracaso fue la ausencia de la AVT, que agrupa a la mayoría de las víctimas, ha demostrado un poder de movilización extraordinario.