Diario de León

«Éste es un negocio atípico que tiene poco que ver con el ladrillo»

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La activitad de restauración de inmuebles históricos tiene una escasa competencia, así que los pocos encargos que hay se los reparten entre media docena de pequeñas empresas leonesas con un tarta anual que raramente supera los diez millones de euros. En cuanto a financiación, todo es mecenazgo y subvenciones que llegan por goteo, casi siempre en proyectos plurianuales, las más de las veces excesivamente largos en el tiempo, cuyos fondos, a falta de estadísticas, las empresas del sector calculan así: la mitad de la Junta, una cuarta parte del Gobierno y el resto de la Diputación, ayuntamientos o la Iglesia. Lo normal, de todas formas, es que el dinero se mezcle en innumerables convenios, de los que empiezan a formar parte también las cajas de ahorros a través de sus fondos de obra social. Los encargos privados o de particulares propiamente dichos son muy escasos, pudiéndose contar cada año o, incluso, cada década con los dedos de una mano. En general hay muy poco interés en rehabilitar edificios antiguos, porque su coste es comparativamente más elevado que edificarlos de nuevo. Tienen que ser obras de capricho para clientes de muy alto poder adquisitivo, así que todo lo demás va para entidades públicas, museos, centros culturales, etcétera. Los edificios históricos rehabilitados para volver a habitarlos son habas contadas. La restauración también es un mercado cerrado. Si en León hay apenas seis empresas dedicadas a él, en el conjunto de la autonomía no pasan del doble y entre todas se reparten las contratas con alguna que se añade desde Madrid, pero poco más. Tampoco es fácil entrar en el restingido club de las «clasificadas K» para optar a consursos públicos o poder trabajar en monumentos catalogados como históricos. Para eso hace falta demostrar experiencia y tener una plantilla altamente cualificada. El problema para un empresario es cómo empezar en el sector, así que la mayoría, de los pocos que hay, se instalan por su cuenta después de largos años como autónomos subcontratados.

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